Muere Cy Twombly el último expresionista abstracto

Otros tenían clavada la música de la carretera, es el caso de Pollock o Kline; y algunos parecían algo más reconciliados con el mundo que les había tocado vivir, con un toque pop. Éste sería el caso de Twombly. No hay un solo expresionismo abstracto, pero aquellos artistas marcaron la segunda mitad del siglo XX y, sobre todo, dieron a Estados Unidos la hegemonía del arte cuando los nazis pisotearon Francia.

Pero lo que son las cosas: Cy Twombly ha muerto en Roma, precisamente, en Europa, donde se instaló en 1957 en busca de los ecos de la gran pintura, de la mitología clásica y de la interpretacion que de ella harían poetas como T. S. Eliot. Quedó arrebatado por Roma, ciudad que visitó por primera vez con Rauschenberg. No ha muerto frente al Coliseo, donde tenía su casa, sino en un hospital. La huella de los maestro italianos ha sido intensa. La serie de doce cuadros que presentó el Museo del Prado hace tres años sobre la batalla de «Lepanto» no era más que una lección de humildad. Quería aprender de Tiziano, Tintoretto, Veronés, artistas todos contemporáneos de aquel «choque de civilizaciones» llamado Lepanto.

Brochazos enérgicos
Siguió a los clásicos, a pesar de haber sido considerado el precursor del «graffiti» moderno. Puede ser. Sus pinturas son tachadas con brochazos enérgicos pero de gran lirismo. Son como explosiones que parten de un nucleo enigmático. Esas tachaduras son una afirmación, la última, del gesto frente a la imagen. Después de todo, Towmbly vivía inmerso en la epoca pop. Nació en Lexington (Virginia), estudió en varias escuelas de arte, pero, sobre todo, pasó por el Black Mountain College, centro de arte donde también estudiaron Rauschenberg, Kline o el compositor de vanguardia John Gage y donde impartían clase antiguos miembros de la Bauhaus huidos de Europa.

Adiós en el Museo del Prado
Era el 22 de junio de 2003. Cy Twombly apareció en las salas del Museo del Prado para presentar su exposición «Lepanto», vio a unos cuantos periodistas que le esperaban y se dio media vuelta. No se le volvió a ver. Vino al Prado a presentar doce grandes lienzos sobre la histórica batalla naval que colgaba en las paredes de la gran pinacoteca. Sólo eligió un cuadro para que le acompañase: «El bufón Juan de Austria», de Velázquez, en cuyo fondo se escenifica la batalla de Lepanto. Era el primer artista contemporáneo, aunque de 80 años, que exponía en el Prado y quizá por ese motivo huyó.