Siempre Casillas por Julián García Candau

Nos hemos acostumbrado a ganar y ya nos parece que no existen dificultades. En el fútbol, ni siquiera los mejores están vacunados contra el sufrimiento. España ganó a Croacia y fue padecimiento inesperado porque vendimos la piel del oso con antelación y no calculamos que el adversario no era pastelito de nata. Llegó la victoria cuando nos había asaltado el temor de que un descuido nos mandaba a casa. Y no ocurrió ello porque Casillas volvió a salir al rescate. Solamente el pintoresco Mourinho ha sido capaz de restar méritos al capitán de su equipo y de la Selección nacional, al afirmar, tras una de sus magistrales actuaciones, que está para eso.

Casillas no está para ser el salvador del equipo. Su misión es comportarse en plano de igualdad al más brillante del conjunto y por ello no se le deben exigir más responsabilidades. Afortunadamente, siempre cabe confiar en él. En cada partido acaba por detener el remate del que, de llegar a gol, nadie le culparía. Está siempre más allá, por encima de lo que se le puede pedir.

A Croacia no la eliminó Navas: lo hizo Casillas. De haber sido gol el remate de Rakitic, tal vez el desarrollo del partido habría sido otro. La Selección jugó al borde del precipicio. En el siguiente partido, probablemente, se volverá a sufrir porque no queda por el camino ninguna perita en dulce porque aquí no las hay. Lo deseable, y tal vez exigible, de acuerdo con su brillante trayectoria, es que el juego se desarrolle por caminos menos inciertos. La Selección debe resolver sus dudas sobre el juego de ataque.

Posdata. Atención pregunta: ¿es Silva el primero para el cambio?