Cataluña

Zapatero se juega hoy la estabilidad interna en el PSOE

Una campaña a cara de perro, poco amistosa, sin debates, con intimidaciones, tensiones, extraños compañeros de viaje, todavía más extraños movimientos… Llega la hora de la verdad. Esta noche sabremos al fin quién encabezará el cartel electoral por el PSOE para la Comunidad de Madrid. A estas alturas no hace falta reiterar que lo que está en juego no es, sin embargo, un Gobierno regional ni un candidato, sino la estabilidad interna del PSOE, el liderazgo de Zapatero y el futuro inmediato de un Gobierno que se desmorona y de un partido en el que, tras diez años de granítica cohesión, se abren ya algunas fisuras.

Zapatero se juega hoy la estabilidad interna en el PSOE
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Y eso que hay quien sostiene incluso que el presidente del Gobierno –y no tanto por las primarias como por el volantazo al que se ha visto obligado en materia económica– es consciente de que su proyecto político ha acabado. La presión de los mercados, la ortodoxia europea y los organismos internacionales le han hecho transitar por una senda por la que jamás pensó que caminaría y, aunque hoy defiende con el ardor del converso la necesidad de unas reformas impuestas, Zapatero ha empezado a hilvanar ya el discurso del patriota que se autoinmola por el interés de España y el futuro de las próximas generaciones.

Pero eso es motivo de otro análisis y otros plazos. Hoy lo que se dirime es la autoridad de un secretario general que se ha visto, por algunos de sus colaboradores más cercanos, arrastrado a una operación de consecuencias incalculables para su liderazgo. Y es que aunque en el PSOE se empeñen en convencer de que las primarias son un sano ejercicio de democracia interna donde, pase lo que pase, Zapatero sale reforzado, no hay quien compre la mercancía. Quizá es una manera de verlo, quizá haya quién lo crea, pero lo cierto es que los titulares de mañana si Tomás Gómez se impone a Trinidad Jiménez están ya escritos, y pueden imaginarlos.

Un paso atrás

La historia requiere de poca recapitulación: Zapatero sacó hace tres años de la alcaldía de Parla a Gómez para pacificar la convulsa federación madrileña; el ex alcalde logró la mayor cohesión que se haya vivido en esa federación en los últimos tres lustros; a menos de un año de las elecciones autonómicas el «aparato federal» le pidió, sin embargo, que diera un paso atrás y que dejara la candidatura a Trinidad Jiménez; invocaron como argumento de autoridad todas las encuestas que pronosticaban un nuevo descalabro electoral para el PSOE en Madrid; Gómez se rebeló, desafió a Ferraz y forzó unas primarias que nadie quería y que además llegaban en el peor momento político para Zapatero.

Es lo que más ha dolido en la dirección federal, el momento. «Ha sido un desleal, un interesado y un inconsciente. Abrir este melón en uno de los momentos más complicados para el Gobierno, con la popularidad del presidente, bajo mínimos y con la marca PSOE por los suelos es propio de alguien que sólo practica el ombliguismo», dice de Tomás Gómez un importante responsable de la dirección federal, que aventura que «quien la hace, la paga».

Preguntar a la militancia puede parecer, en principio, un sano ejercicio para resolver los problemas de liderazgo, siempre y cuando el partido que se juegue sea neutral y sólo sea ése, el de elegir candidato. Pero claro, como en todo esto se han mezclado intereses personales, movimientos a medio plazo, intentos de control de federaciones indómitas y estrategias con la vista puesta en el «postzapaterismo», la operación puede resultar suicida, y mucho más de la forma en que se ha hecho. Porque ya no hay socialista, de un lado o de otro, que no admita que han fallado los tiempos y la metodología: esto es que se intentara la retirada de Gómez después de que éste hubiera conseguido el apoyo del más del 90 por ciento del Comité Regional de Madrid para ser candidato y que hayan intervenido en el proceso para convencerle de la marcha atrás tantos pesos pesados del Gobierno y del partido.

El caso es que, en privado, ya todos los dirigentes socialistas son conscientes de hasta qué punto una derrota de la candidata Trinidad Jiménez debilitaría a Zapatero. Por el contrario, una victoria de la ministra de Sanidad sería interpretada como un cierre de filas del PSM con un Zapatero que aún ha de desvelar si volverá a ser o no candidato en 2012. La única consecuencia política para Zapatero si Trini obtuviera la victoria sería un pequeño ajuste en el Consejo de Ministros y, además, no se produciría de inmediato.

Pronósticos

Este sería por tanto el mejor de los escenarios para un presidente que atraviesa por no pocas dificultades. A los problemas de nuestra economía y la reciente huelga general, hay que sumar el próximo mes la más que segura derrota del PSC en Cataluña y los nada halagüeños pronósticos que vaticinan las encuestas para las municipales y autonómicas de mayo. Si esta noche Jiménez sale airosa de la pugna, desde mañana mismo la dirección federal, eso sí, trabajará para que Gómez abandone la secretaría general del PSM, crear una gestora en Madrid y trabajar para que el próximo líder del socialismo madrileño sea un hombre del todopoderoso vicesecretario general, José Blanco. Se habla ya del diputado nacional Antonio Hernando, quien ha tenido un papel determinante en la candidatura de Jiménez.

A favor de Trinidad Jiménez ha jugado en todo este tiempo su creciente popularidad, los datos de los sondeos y una percepción, que sí ha calado, de que su candidatura tendría hoy más posibilidades frente a Esperanza Aguirre que la de Gómez. Ha sumado además el respaldo de la primera línea del Gobierno y de la mayor parte de la Ejecutiva Federal, aunque está por ver si suma o resta porque ese mismo apoyo orgánico ha hecho que la militancia la perciba como la candidata del poder, cuando curiosamente su rival es quien controla el partido en Madrid.

Entre el sanedrín de Zapatero creen que en los últimos días se han producido cambios de posición entre quienes avalaron la candidatura de Gómez, que no vería traducidos en votos los apoyos iniciales con los que contó al principio del proceso. En la dirección federal dan por segura la victoria de la ministra.

Es más, se atreven a decir que se impondrá por 700 votos aproximadamente, mucho más después de que una parte de la llamada «militancia durmiente» (la que no participa en la vida orgánica) haya mostrado interés en participar en las elecciones.

Más opciones

Y es que defienden que «aunque algunos se han empeñado en plantear estas primarias en clave orgánica», el «aparato» sostiene que la militancia votará en función de quién tiene más posibilidades frente a Aguirre.

En el caso de Tomás Gómez, a su favor juegan tres años en los que a pesar de que no haya conseguido ser un rostro conocido, y mucho menos apreciado por los madrileños, sí se ha pateado todas las agrupaciones socialistas de la Comunidad de Madrid, que son los que ahora votan. Se ha presentado además ante la militancia como la víctima de una decisión arbitraria de Ferraz después de años de duro trabajo. Pero es éste un arma de doble filo porque en muchos militantes socialistas, que estarían dispuestos a apoyarle, no ha gustado el mensaje de que la victoria de Gómez sería una derrota de Zapatero y que el secretario general de Madrid canalizaría el descontento de gran parte de la base socialista molesta con las medidas de recorte del Gobierno.

Así las cosas, qué ocurriría si Gómez gana, ¿cómo le afectaría a Zapatero? A corto plazo, nada, porque el ganador, sea el que sea, abrazará al vencido y su primera tarea será restañar las heridas abiertas. Pero a medio plazo, si Trinidad Jiménez pierde, la derrota supondría una dentellada más para la fuerza política del presidente, cuya popularidad cada día está más deteriorada, y su autoridad interna más cuestionada. La discusión sobre si Zapatero debe o no debe volver a ser el candidato estará mucho más abierta. El postzapaterismo parecería menos lejano. De nuevo, volvería el debate interno, las luchas intestinas, los posicionamientos y las maniobras porque, ¡atención! el de hoy es un partido de doble vuelta. Aunque gane Gómez, ahí estará la dirección federal esperándole la misma noche del 22 de mayo para exigir su cabeza si Aguirre mantiene la mayoría absoluta.

¿Y Zapatero cómo vive todo esto? Más preocupado con la cita de esta noche que por la reciente huelga general, Zapatero desea fervientemente, dicen sus más cercanos, que gane Jiménez, como no podía ser de otro modo. Y añaden desde La Moncloa una nota a pie de página: «En este proceso ha tenido algunas decepciones». Los nombres no los dan, pero son de sobra conocidos. Piensen.