Argentina

«El euro no es el problema Europa no sabe adónde va»

«Existen tres crisis superpuestas», advirtió Manuel Pizarro en el Primer Foro Empresa y Futuro organizado por LA RAZÓN y ESIC. Tres crisis no sólo financieras, sino de principios y valores, de «sociedades que se vuelven locas y no saben lo que hacen», advirtió.

De dcha. a izda., Mauricio Casals, Francisco J. Larrea, José Mª Álvarez del Manzano, Salvador Estébanez, Joaquín Parera y Andrés Navarro
De dcha. a izda., Mauricio Casals, Francisco J. Larrea, José Mª Álvarez del Manzano, Salvador Estébanez, Joaquín Parera y Andrés Navarrolarazon

La lectura de Europa de Pizarro es que «su problema no es monetario sino político». A su juicio, la moneda única es un anclaje político para «evitar que los que han saludado durante veinte años por las escaleras ahora se estén matando». Según Pizarro, «un problema de convivencia», de identidad europea, porque «Europa no sabe dónde va». Se requiere una gobernanza europea, reclamó, una convergencia fiscal, económica y energética. Es lo que prueba, según Pizarro, su falta de competitividad.

Un problema de valores

Del mismo modo, criticó «la crisis moral» que se esclareció cuando estalló la crisis financiera internacional. «Los auditores que falsearon la contabilidad, los balances que no reflejaron la realidad, la falta de inspección, la ignorancia del riesgo» dieron prueba, en su opinión, de la falta de ejemplaridad, una norma no escrita pero imprescindible, si se habla de soluciones.

Como lo es, consideró, Basilea III, la legislación que tendrá que servir a cualquier banco o caja del mundo y que plantea varias claves: la primera, aún consciente de su dificultad, la exigencia del core capital, «qué nivel de capitales se exige, qué recursos propios se pedirá a las entidades financieras»; la segunda, «el nivel de apalancamiento, es decir, los recursos propios ponderado, en relación, con los activos de riesgo». Éste es, para Pizarro, uno de los asuntos modulares de la regulación de Basilea III, aunque «el problema es dónde pones el límite en algo esencial en la banca, la transparencia, qué activos hay y cuáles son los puntos que están dañados». Pero además apela a una tercera clave: la contaminación. Es decir, «qué murallas y qué previsiones se pueden establecer para evitar la contaminación, cómo impedir que un problema que acontece en Brasil o Argentina repercuta en España». Para Manuel Pizarro, sólo tiene una apuesta, la estructuración de la deuda en la moneda en la que cobras.

En este marco, aludió al problema de la banca comercial, a la necesidad de que se determine «qué puede y qué no puede hacer este tipo de banca». Lo que ha pasado, consideró, es que el Estado contó con que el Banco Central vigila las entidades financieras y por tanto, «si va a responder de todo lo que ha pasado en el sistema financiero, para que no se volatilicen los ahorros y va a responder de todos los depósitos de su país, como ha sido en la crisis de Irlanda». La cuestión, apunta Pizarro, es que debe aclararse «qué puede hacer con mi dinero». Porque en esa barrera entre la banca comercial y la banca de inversiones, señaló, el derecho de que quien «quiera invertir en Bolsa que no lo haga con mi dinero».

Calificó de «tremendo» que se bajasen así los tipos de interés «para meter dinero en el sistema y para que no quebrase la banca comercial, lo que provocó una burbuja, deudas, una inflación disparada, y un cataclismo».