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Telefónica por Toni P
Cuando uno oye hablar de Telefónica es irremediable que piense en teléfonos. Es una obviedad decir que la compañía que preside en España Guillermo Ansaldo, un argentino de 45 años que se incorporó a la compañía en el año 2000, es referente en el sector y líder absoluto. Pero, como suele ocurrir con las grandes empresas, Telefónica no son sólo teléfonos. Cada vez más frecuentemente las multinacionales dejan ver su «alma», su lado no comercial, no de negocio, sino su inversión en personas, ideas, proyectos y desarrollo social de aquellos lugares en los que actúan. Ésa es la filosofía de la Fundación Telefónica, un inmenso proyecto que trata de conjugar el éxito empresarial con el progreso social para que ambos caminen en paralelo, es decir, invertir en algo más que en hacer números de negocio.
En esa Fundación, también hay algo que no son teléfonos. Un área dedicada a la tecnología. La Fundación alberga un riquísimo patrimonio histórico-tecnológico que partió en los años 70 de la idea de varios trabajadores de recuperar piezas y materiales que a lo largo de la Historia aportaron innovación al servicio telefónico. La compañía ha incorporado elementos tecnológicos de última generación a ese rico patrimonio, certificando así su apuesta decidida por las nuevas tecnologías. Esa apuesta tiene, por ejemplo, un referente en el Museo de las Telecomunicaciones, propiedad de la Fundación, en donde pueden comprobarse los grandes adelantos de la técnica. Telefónica no sólo son teléfonos, aunque suene raro. La Fundación demuestra que tiene «alma».
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