Elecciones europeas
De nuevo «Invictus»
Creo sinceramente, y así lo recomiendo, que Tomás Gómez haría muy bien en presentar su candidatura a la Secretaría General del PSOE en el Congreso de Sevilla. Excepto frente a Esperanza Aguirre, es un ganador nato. Tan es así, que modestamente se ha motejado a sí mismo de «Invictus», y aún no se ha borrado de mi memoria el bellísimo cartel que colgó en la sede del PSM en Madrid, en el que aparecía vestido de singular guerrero romano. Se dieron casos de colisiones en cadena en el tráfico rodante a su paso por la plaza del Callao. Tomás Gómez, «Invictus» en versión renovada, no ha desvelado sus planes ni sus intenciones. Baila entre Rubalcaba y Chacón, y ello abre la puerta de las intuiciones. Baila con uno y con otra porque ninguno le conviene como pareja. No entiendo cómo un político de su valor y osadía ha permitido su papel secundario en este Congreso socialista, que se presenta fundamental para su futuro.
Gómez es un hombre hecho a sí mismo. Este modelo de hechura resulta peligroso en algunas ocasiones. Cuentan de un procurador en las Cortes franquistas que presumía de lo mismo. Era muy pequeño de estatura, con un gran cabezón y un mucho renco. En una intervención recordó a la cámara el mérito principal de su vida. «Soy un hombre que se ha hecho a sí mismo». Otro procurador, algo malintencionado, comentó desde su escaño: «Pues podía haberse esmerado un poco más, señoría». No es el caso de Gómez, que es alto, apolíneo, grácil y si me lo permiten, hasta bello. El problema de Gómez es que su belleza y su cerebro no se han puesto de acuerdo todavía. El día que coincidan la una con el otro, temblarán los liberales, si bien tan deseada coincidencia no se vislumbra próxima. Y hay una explicación al respecto. A Tomás Gómez, Madrid se le ha quedado pequeño. Es muy complicado triunfar en un lugar cuya importancia no concuerda con la consistencia política del candidato. Esperanza Aguirre barrió a Gómez en las urnas y le dio una paliza, porque don Tomás se mueve entre sueños más cimeros. Lo escribió semanas atrás un acertado poeta: «A la estrella de Parla, no hay forma de apagarla». Yo le añadiría un verso más, respetando el ritmo de sus consonantes: «A la estrella de Parla,/ no hay forma de apagarla/ ni de pararla». Queda como más completo.
Lo de Rubalcaba y Chacón, con permiso y respeto, es un rollo. Están muy vistos. Una figura emergente como «Invictus» devolvería al PSOE la ilusión perdida, y lo que es más importante, la posibilidad de recuperar el Gobierno de España en muy poco tiempo. Su gestión económica en Parla avala lo que me atrevo a aventurar. Resulta infinitamente más sencillo administrar el dinero público en España que en Parla. Hay más posibilidades en su gestión. Y lo mismo que digo Parla, escribo Madrid, que al fin y al cabo es una provincia pequeña con muy limitada proyección exterior.
Por otra parte, la figura de Gómez garantizaría la unión socialista, hoy en trance de dolorosa fractura. Gómez es un dirigente indiscutible e indiscutido entre la militancia del PSOE, a pesar de que sus resultados en Madrid los hayan interpretado algunos como excesivamente paupérrimos. Eso, la envidia, ese mal tan nuestro y tan contagioso. De superar esos pequeños montículos en el camino, la senda del PSOE con Gómez a la cabeza se presenta luminosa y ancha.
Son momentos que demandan una profunda reflexión. Rubalcaba y Chacón, y vuelvo al permiso y al respeto, están sobradamente amortizados. Y ahí está «Invictus», preparado para todo.
A los líderes natos hay que aprovecharlos.
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