Cantabria

Descuartizador en Pakistán camarero en Madrid

La Razón
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madrid- Quizás les suene su cara porque su caso saltó a los medios de comunicación hace unos años. Contaba entonces que llegó a nuestro país huyendo de una persecución religiosa en su país de origen, Pakistán. Él era musulmán y se había enamorado de Jenny, budista. Se casaron en 2002 pero su religión prohibe el matrimonio mixto por lo que, supuestamente, le habían condenado a muerte en su país. Huyeron primero a Alemania y más tarde España, concretamente en Cantabria. Cuando estaban a punto de ser expulsados, contaron su caso a la Prensa y lograron que una ONG les ayudara y también, que la Secretaría General de Inmigración les concediera el permiso de residencia excepcional en España por «razones humanitarias».

Sin embargo, la trama de esta «película romántica» dista mucho de la realidad y se asemeja más a una de terror. Imran Firasat, de 32 años, estaba en busca y captura por las autoridades de Indonesia por el secuestro, asesinato y descuartizamiento de una persona, con el objetivo de dispersar los restos en bolsas y maletas. El crimen lo cometió, supuestamente, el pasado mes de junio en la ciudad de Karawang. Los agentes de la Policía Nacional lo detuvieron la semana pasada en una boca de metro de la capital. Su mujer, también ha sido detenida en Indonesia por estos delitos.

Al parecer, los autores contactaron con la víctima bajo el pretexto de la creación de una página web y aprovecharon el encuentro para secuestrarle y pedir un rescate por su liberación. El delito terminó en asesinato a cuchilladas y posteriormente en descuartizamiento, guardando las diferentes partes del cuerpo en bolsas dentro de cámaras frigoríficas y en varias maletas para, posteriormente, dispersarlas en diferentes lugares de la ciudad de Karawang.

Actualmente, Imran se encontraba en periodo de prueba para trabajar en un restaurante de comida pakistaní de Madrid. Y es que el pakistaní tenía práctica en la hostelería de nuestro país. De Cantabria se fue en 2007 con una importante cantidad de dinero y numerosas deudas a sus espaldas, tras abrir varios establecimientos de hostelería con otros socios a los que podría haber estafado. Durante años no se volvió a saber nada de él en nuestro país. En septiembre de 2010 regresó a nuestro país para instalarse en Córdoba, donde, tras una semana en pruebas en un restaurante, agredió al dueño y le robó 6.000 euros de la recaudación. Desde la ciudad andaluza se trasladó a la capital donde comenzaba a trabajar en un restaurante de comida típica de su país. En el momento de la detención portaba 1.250 euros y su documentación. Los agentes encargados del caso estiman que el fugitivo habría llegado hace unos 20 días a Madrid, donde compartía habitación con varias personas. La Agregaduría del Ministerio del Interior de España en Yakarta remitió un escrito a la Comisaría de Policía Judicial en el que informaba del posible paradero del fugitivo en España.