Barcelona

Lengua única

La Razón
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Los socialistas han sido arrasados en Cataluña no sólo porque la gente quería romper con Zapatero. También fueron castigados porque durante el tiempo en que gobernaron lo hicieron como si fueran más soberanistas que los propios nacionalistas, adoptando medidas que discriminan a la mayoría castellanohablante, bien por el apoyo a la política de multas por rotular en español, bien por impedir que la lengua castellana pueda ser también vehicular en la enseñanza, o por las cuotas lingüísticas en cines, teatros y medios de comunicación. El vivero de votos del PSC-PSOE no está en la «Catalunya catalana» de Lleida y Girona, sino en Barcelona y su masivo cinturón (casi 4 millones de votantes sobre un censo total de 5,3). Ahí han crecido Ciutadans y el PP en las últimas autonómicas, y es también donde los votantes se han sentido traicionados por un Montilla al que se vio más preocupado por mantener la supremacía de la lengua catalana en los colegios que por hacer una buena gestión económica que aminorara el paro en ese inmenso cinturón integrado por personas mayoritariamente vinculadas a regiones del Estado como Andalucía, Extremadura, Galicia o las Castillas.
Se ve que los socialistas catalanes no están dispuestos a entender el mensaje de las urnas, y ahora se vuelven a hacer cómplices del nacionalismo blindando un sistema de inmersión lingüística que los tribunales han dicho que no es constitucional. Fundamentalmente porque no garantiza el derecho que asiste a cualquier padre a elegir la lengua en la que pueden estudiar sus hijos. No es que se diga que debe ser obligatoria la inmersión en castellano. Lo que se dice es que, junto al catalán, el castellano puede y debe ser también vehicular cuando así lo soliciten los padres. Se parte de la base de que Cataluña es una comunidad bilingüe y que deben ser protegidas y respetadas las dos lenguas oficiales. Algo lógico que en autonomías igualmente bilingües como País Vasco, Galicia, Comunidad Valenciana o Baleares, no genera el mismo nivel de conflicto. Con diferentes modelos, en todas ellas se garantiza el derecho que asiste a cualquier padre a que su hijo pueda estudiar en la lengua oficial del Estado. Algo que, sin embargo, no sucede en Cataluña desde los tiempos en los que Pujol decidió convertir al catalán en lengua única. Hoy es raro encontrar un Ayuntamiento, Diputación u organismo de la Generalitat que use el castellano en sus comunicaciones. El catalán es lengua exclusiva en las calles y señales de tráfico, en la cultura subvencionada y los organismos oficiales. Pujol aspiraba a que lo fuese también en los aeropuertos, y de ahí el enorme interés de CiU por la transferencia de El Prat. Es la mejor manera de trasladar a cualquier visitante la idea de que Cataluña no es España. Y en esas sigue la CiU de Más, dispuesta a desobedecer las sentencias que le obligan a respetar el bilingüismo. Lo incomprensible es el PSC-PSOE se haga una vez más cómplice de la insumisión ante el Estado. Se ve que no saben aún por qué perdieron el 28-N.