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Intimidad amenazada por Enrique LÓPEZ
Me gustaría volver sobre un tema que ya he tratado en otras ocasiones, tal cual es el derecho a la intimidad, uno de los derechos que considero mas limitado en las sociedades democráticas actuales. Hace años nos obsesionaba el respecto a derecho a la libertad, y se trataba de superar cualquier obstáculo que limitara de forma indebida este derecho. Hoy en día, uno de los derechos más amenazados es el de la intimidad, y todavía no somos conscientes de la necesidad de una protección reforzada de este derecho, ante la proliferación de las nuevas tecnologías y su idoneidad para soslayar cualquier respeto por mínimo que sea a la intimidad. A esto se le une que al tratarse de un derecho de conformación generacional, en el que la cultura y las prácticas sociales delimitan constantemente su contorno, estamos asistiendo a una nueva generación que día a día, renuncia de una forma irresponsable a su intimidad, fundamentalmente a través de las redes sociales, y máxime cuando el derecho al olvido en la red no se encuentra debidamente regulado. El derecho a la intimidad se concebía históricamente como el derecho a disfrutar de la privacidad del propio domicilio o al secreto de la correspondencia privada que mantenía el individuo. En la actualidad es algo más, se basa en el concepto que la sociedad tenga de una persona –que afecta a su autoestima–, y en la necesidad de que cada uno tenga un reducto íntimo o un círculo propio de relaciones que no ha de ser perturbado por la injerencia de los demás, y esto lo convierte en el presupuesto indispensable de una vida social digna. Como reconoce nuestro TC: «El derecho a la intimidad personal consagrado en el artículo 18.1 aparece configurado como un derecho fundamental, estrictamente vinculado a la propia personalidad y que deriva, sin duda, de la dignidad de la persona humana que el art. 10.1 reconoce. Entrañando la intimidad personal constitucionalmente garantizada la existencia de un ámbito propio y reservado frente a la acción y el conocimiento de los demás, necesario–según las pautas de nuestra cultura– para mantener una calidad mínima de vida humana». (SSTC 231/88). De ello se infiere que es un concepto con fuertes vinculaciones sociales y generacionales, siendo los límites fijados de forma diferente en cada una de las sociedades y en permanente evolución generacional. Hoy en día nuestros jóvenes desnudan su interior en las redes sociales, comparten su vida, y llegan a compartir intimidades hasta hace poco inimaginables, pero con la agravante de que hoy la red es una gran ventana abierta a todo el mundo, con una repercusión exponencial, que hace que en un momento dado, la persona ya no sea dueña, ni tenga poder alguno para redefinir los límites de su propia intimidad. Es necesario hacer una labor de pedagogía con nuestra juventud para que hagan un uso responsable de la intercomunicación en la redes sociales, haciéndose partícipes de los riesgos que corren, y de la irreversibilidad de muchas de sus exposiciones en público; tenemos que advertirles que no sólo es que la concepción de la intimidad cambie generacionalmente, sino que una misma persona, en su evolución vital, puede concebir los límites de su intimidad de forma diferente y que a veces una exposición pública permanente, va a impedir en el futuro ser dueños de su propia vida. A esto, se le añade la irrefrenada expansión de los medios de comunicación en contraposición con la postergación de la intimidad, hasta el punto que la intimidad hoy es un espectáculo, y ya no sólo respecto a la acontecido, sino que más de un programa de televisión, fundamenta su éxito en la permanente exposición publica de la vida íntima de personas, que voluntariamente y siempre por un puñado de euros, deciden que su vida íntima sea publica. En este contexto y aunque aparentemente sin nada que ver entre sí, aparece el fenómeno denominado Twitter, que se define como es un servicio de «microblogging», un mecanismo que permite mediante mensajes de no más de 140 caracteres, estar enviando mensajes permanentes a los que se enganchan seguidores, creándose una gran competencia entre los líderes o los que pretenden ser lideres de opinión. Nada tengo que objetar a esta nuevo sistema de comunicación, más allá de la superficialidad por falta de reflexión y propiedad que suelen acompañar a muchos de estos comentarios; pero si uno bucea en esta nuevo sistema se ve como mucha gente renuncia a su intimidad confundiendo el fin divulgativo de muchas de su reflexiones con temas y conversaciones realmente íntimas. Ante todo ello llega el momento de trasladar a las nuevas generaciones que la intimidad forma parte esencial de la dignidad humana, y es lo que hace que el ser humano hace miles de años sintiera la necesidad de refugiarse en lugares cerrados, no sólo para guarecerse, sino también para desplegar su incipiente vida humana.
ENRIQUE LÓPEZ
Magistrado
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