Ciudad Lineal
«Nos van a traer la Copa a casa»
La «hora capicúa» trajo suerte a España. El reloj marcaba las 22:22 horas de la noche cuando la Selección rompió el histórico maleficio y pasó a semifinales en el Mundial. La capital, como no podía ser de otra manera, siguió el encuentro con gran espectación. A las ocho de la tarde era raro encontrarse una pantalla de televisión que no estuviese sintonizando el partido.
Ni la huelga de Metro, ni la amenaza de tormentas que se cernía sobre Madrid, consiguieron romper el hechizo de los madrileños con «La Roja». La «Fan Zone» instalada en las inmediaciones del estadio Santiago Bernabéu congregó a más de 20.000 seguidores de la Selección de todas las edades. Una gran mancha roji-gualda compuesta de camisetas, bufandas y banderas cubrió gran parte del Paseo de la Castellana y la calle Padre Damián. Los trabajadores de Metro dieron tregua a los seguidores de «La Roja» y ayer nadie pudo echar la culpa a los retrasos si llegaron tarde a ver el encuentro. El suburbano funcionó como cualquier otro fin de semana. Y, como cada vez que juega España, los bares y cervecerías de Madrid estuvieron a reventar. Todos querían compartir el célebre momento del paso a semifinales entre amigos. Aunque cuando España marcó el gol de la victoria, los abrazos y felicitaciones no distinguieron entre conocidos y desconocidos. El penalti de Xabi Alonso hizo estallar la alegría de todos, aunque sólo fue por un momento. «¿Por qué han anulado ese tanto?», preguntaba Sergio, de once años, entre lágrimas a su padre. «¡Pero si eso no lo pitan nunca! Este árbitro está "comprao"...», se quejaban todos los parroquianos de un bar de Ciudad Lineal. A partir de ese momento, la tensión se palpó en cada esquina de Madrid. España todavía podía volver a casa. Pocas uñas resistieron los minutos que restaron hasta el gol de Villa. Fue exactamente en el 83, poco antes de que pitaran el final del partido. Entonces, tanto en la «Fan Zone» del Bernabéu como en cada bar, puesto de trabajo o casa, comenzaron los cánticos hacia la Selección: ya no podíamos perder. En cuanto terminó el encuentro, de nuevo besos y más abrazos para todos. España había hecho historia. Y, como siempre, los más optimistas comenzaron a pronosticar una «clarísima» victoria de «La Roja» en Suráfrica. «Nos van a traer la Copa a casa, la vamos a ver pasear por aquí dentro de no mucho», vaticinó el más optimista de un grupo de amigos en la «Fan Zone». «Si ganamos a Alemania me tiño el pelo de rojo», aseguró otro, dando lugar con su comentario a que arrancaran las apuestas entre el grupo. «El próximo miércoles, contra Alemania, 2-0», decía el primero.Al término del encuentro, los que hicieron el «agosto» fueron los vendedores de camisetas de la Selección. «La de Villa se me ha agotado», explicó uno de ellos. «Todos me piden esa porque ha marcado los goles más importantes». Ayer, hasta la fiesta del «Orgullo gay» estuvo marcada por el fútbol y a lo largo del recorrido, más de uno hizo una parada en cualquier bar para echar un ojo al encuentro. El atardecer, gracias al fútbol, fue ayer más rojo que nunca en la capital.
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