Crisis económica
En pie famélica legión
Afirman los sindicatos mayoritarios que les preocupan los más de cinco millones de parados. No lo creo. En la época de ZP, cuando se iban sumando por millones, no hicieron nada para evitarlo. Por añadidura, los sindicatos mayoritarios son los culpables principales de esa gigantesca cantidad de parados. Su insistencia en mantener el mercado laboral más rígido de Europa gracias a unas normas laborales nacidas directamente del franquismo azul han hundido millares y millares de pequeñas y medianas empresas y dejado en la calle a millones de trabajadores. ¿A qué se debe la ceguera de estos sindicatos? Sería fácil hablar de sectarismo ideológico, pero, no creo que Toxo o Méndez hayan leído «El capital» aunque me lo juren sobre una imagen de San Vladimiro Lenin. La razón fundamental es que los sindicatos se han convertido en una casta escandalosamente privilegiada que vive a costa de nuestros impuestos y que, obnubilada por sus prebendas numerosas e injustas, ha perdido contacto con la realidad. Los liberados sindicales no saben lo que es trabajar como millones de españoles –ni siquiera acuden todos a las manifestaciones del Primero de mayo, que ya es decir– desconocen los apuros para pagar una hipoteca sufridos por los ciudadanos corrientes; ignoran lo que es echar el bofe para llegar a fin de mes; carecen de la menor idea de lo que es la precariedad en el empleo y, por encima de todo, están preocupados fundamentalmente en mantener sus poltronas y pesebres. Repárese, por ejemplo, en ese aguerrido dirigente sindicalista llamado Ricardo Martínez, que arremete contra Esperanza Aguirre en defensa de la enseñanza pública o envía al gobernador del Banco de España «a su puta casa» por pretender que se reduzca el gasto público o anuncia que UGT va a tomar lo que es suyo, «la calle». Cualquiera diría que es un minero del carbón que ha visto salir a sus compañeros cadáveres tras una explosión de gas grisú y ha pasado por una docena de zahurdas por defender a la clase obrera. Pues si alguien lo piensa es más tonto que Pichote. Martínez lleva a sus niños –como no podía ser menos– a un colegio privado y tiene unos ingresos anuales superiores a ciento ochenta mil euros, es decir, mucho más que el presidente del Gobierno y que el gobernador del Banco de España. No está mal para un personaje carente de la menor preparación y que, sin embargo, ocupa un puesto en el consejo de administración de un banco. Es posible que en España se esté formando una famélica legión con el aumento del desempleo. Si es así, su primer cometido, por pura supervivencia, es levantarse para quitarse de encima unos sindicatos cuyos dirigentes van de crucero por el Báltico, consiguen viviendas de protección oficial violando la ley o tienen los ingresos descomunales del lenguaraz Ricardo Martínez.