Alta tensión sólo en el césped

No hubo altercados de importancia, salvo algún pequeño incidente en las inmediaciones del Santiago Bernabéu. La intervención de la Policía evitó que los pequeños problemas pasaran a mayores. La alta tensión del partido sólo estuvo sobre el césped, entre los jugadores. El público del Bernabéu pitó el himno culé; emitió una sonora protesta en la salida de los barcelonistas y luego llegó el ya tradicional «¡Que viva España!».

El cántico fue pronunciado de forma unánime por todo el estadio y sus destinatarios se encontraban en la zona del anfiteatro donde quedan ubicados los aficionados visitantes, que respondieron blandiendo la senyera y alguna bandera independentista. Los casi 3.500 culés que se citaron en el Bernabéu no ocuparon toda la zona que tenían destinada. Se les habían reservado las 3.600 localidades que obligaba la UEFA y hubo más de un hueco en ese área.

El palco de Chamartín presentó el aspecto de sus mejores noches. No faltó nadie en la zona noble del estadio. Florentino Pérez, que recibió a sus jugadores a la llegada al campo y se fundió en un abrazo con Mourinho, ejerció de perfecto anfitrión. A su lado se encontraba Sandro Rosell y alrededor infinidad de personalidades. Entre ellos estaba Rafa Nadal. El número uno del mundo llegó ayer por la tarde a Madrid para competir la próxima semana en el Mutua Madrid Open.

Su objetivo era presenciar el partido y su disgusto, como madridista reconocido, fue mayúsculo. Muy cerca estaban Dolores de Cospedal, José María Aznar, José Bono, Carlos Sainz, Mario Vargas Llosa... Un clásico en una semifinal de la Liga de Campeones lo merecía. El partido batió récords de cobertura internacional. Fue retransmitido a 37 países, fue cubierto por 1.200 profesionales, 500 de ellos periodistas de 132 medios españoles.