Actualidad
Un ritual privado que se reserva para la «dinastía»
Aunque el cortejo fúnebre se realizó por las calles de la capital y fue retransmitido por la televisión nacional, una parte importante de la ceremonia se llevó a cabo en secreto y a puerta cerrada en el Mausoleo de Kumsusan. A los actos de la mañana sólo acudieron un grupo de privilegiados, cuyas identidades se desconocen, aunque se piensa que son altos cargos del Ejército y el Partido. Se trata de un ritual privado que los analistas interpretan como una probable copia del celebrado tras la muerte de Kim Il Sung, en 1994, cuando aquellos destinados a tomar las riendas del país, entre ellos su hijo Kim Jong Il, esperaron turno para despedirse del «Amado Líder». Por el resto, el llamado país ermitaño lo fue más que nunca en la despedida del «dictador atómico». Además de cerrar varios pasos fronterizos, no invitar a delegaciones extranjeras y denegar visados a la Prensa internacional, el régimen no ofreció más detalles que los que pudieron verse en la retransmisión oficial. Entre los pocos extranjeros presentes se encontraron algunos diplomáticos acreditados de manera permanente en Pyongyang, que sí fueron invitados a la procesión y que pudieron conocer los detalles que rodearon el último adiós. Las imágenes que sí han dado la vuelta al mundo son las de los miles de norcoreanos llorando y gritando al paso del cortejo fúnebre. Las escenas de dolor por la muerte del líder se han sucedido desde el pasado 19 de diciembre.
✕
Accede a tu cuenta para comentar