Barcelona
«A ‘‘Ingrato'' lo escogió el propio José Tomás»
Juan Pedro Domecq revive el perdón y posterior regreso al campo del toro indultado en Nimes por el madrileño
Satisfecho e ilusionado con el futuro a partes iguales, Juan Pedro Domecq Morenés atiende a LA RAZÓN tras el regreso del hijo pródigo: «Ingrato». De los corrales de Nimes con destino Lo Álvaro tras derrochar bravura en manos de José Tomás. «Éste es el triunfo del ganadero en primera persona, son ya diez años al frente de Parladé, un hierro que he trabajado a mi gusto y ahormado para acercarlo a mis deseos, porque creo en la tauromaquia y que nadie dude que voy a luchar por ella, quiero imponer mi era como ganadero y Nimes es el comienzo de una buena etapa», asegura con la convicción del que acaba de recibir «la reafirmación de cara al futuro».
Su Alfa, «Ingrato», se recupera bien. Fuerte y sano. «Recibió dos puyazos limpios, se encuentra perfecto, la primera cura ha sido muy positiva y no ha tenido fiebre que es la mejor señal», comenta. «No quiero alterar los ciclos, va a padrear seguro, pero con calma, esperaremos a que se recupere del todo y en enero le echaremos un lote de 25 vacas, tal y como estamos haciendo con los sementales nuevos que empiezan, ahí tendrá que volver a demostrar su raza, que sirve para transmitir su bravura a las camadas venideras», desglosa el proceso que espera al número 31 de Parladé.
«Por parte de madre viene de la familia de los Malhechores, que es una de las grandes reatas de la casa, y el padre es ‘‘Bullicioso'', un semental que pasará a la Historia, nunca había dado antes un 10-10 de nota hasta que lo tentamos a campo cerrado, he apostado mucho por él y, aunque sólo sea su segundo año lidiando sus hijos, ya ha demostrado que los resultados son excelentes», confiesa en referencia al toro lidiado el año pasado en Barcelona por Morante y al que sorteó Enrique Ponce este mismo año en Almería. Curiosidades del destino, este último, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre, estuvo a punto de ir a Nimes para la encerrona de José Tomás. «La decisión estuvo entre ambos, eran hermanos de padre y madre, hubiéramos acertado con cualquiera de los dos, pero tanto a José como a mí nos gustaba más el 31», aclara. En este sentido, el proceso de selección de «Ingrato» se definió a principios de agosto, cuando el mismísimo José Tomás en persona se plantó en el campo para escoger con mimo el toro para su encerrona. «Tenía apartados en el cercado 8-9 toros de Parladé, que es el hierro que tengo ahora mismo más en la mano, José me dijo que escogiera yo uno y los dos coincidimos en el 31, quiero agradecer esa confianza del torero en mi criterio», aplaude complacido.
Y semanas después, llegó el momento. «No pude ir a Nimes, pero por los vídeos que he visto fue un toro muy importante, con una bravura exquisita, fue cada vez a más según José Tomás le iba exigiendo, me llamaron y me lo iban radiando desde el callejón como podían por la locura del gentío», revive. Calla un segundo aún inmerso en el sonido del éxito y se traslada a la soledad del campo, al silencio de su trabajo diario: «Es tan complicado reunir tanto en un solo animal. Movilidad, fijeza, bravura, alegría, nobleza, prontitud... Todo un cóctel de caracteres aglutinado en un genio y para otro genio: cuando dos talentos así se encuentran, sucede lo del domingo, que se crea una de las obras más bellas de la Tauromaquia». El de Galapagar se encaminó a los medios y desplegó su muleta. Sin espada alguna. «Es la mayor demostración de franqueza que puede hacer un torero, cuajar así a un toro por los dos pitones con la única verdad de un trapo es tan mágico como torear sin engaño o emplear un dedo para templar a un toro que demostró que quería coger de verdad la muleta. No sé si salió sin ayuda porque estaba seguro de indultarlo, pero sí estoy convencido de que vio a una velocidad de vértigo la bravura de un animal que nació embistiendo y nos puso en alerta: ‘‘A éste le voy a armar un lío muy gordo''». Vaya si lo hizo.
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