Reino Unido

Subvenciones: efecto cero sobre la productividad

Las estadísticas que publica cada año el Ministerio de Cultura le proporcionan más de un disgusto a sus responsable. En la Casa de las Siete Chimeneas se saca en estos casos pecho por su vocación de transperencia, la exigible –por otra parte– al tratarse de fondos públicos repartidos al sector privado a través de las subvenciones. Esta fórmula es, ante todo una cuestión ideológica

A cuadros La ministra de Cultura, González-Sinde, junto al director general del ICAA el pasado jueves
A cuadros La ministra de Cultura, González-Sinde, junto al director general del ICAA el pasado jueveslarazon

El Gobierno socialista, que siempre ha mirado hacia Francia en cuestiones culturales, disparó los subsidios, especialmente los dedicados al cine, hasta que llegó la crisis. Desde 2004 hasta 2009, Zapatero aumentó un 198% las ayudas a esta industria española. Henry Aray, profesor del Departamento de Teoría e Historia Económica de la Universidad de Granada, ha querido averiguar qué efecto ha producido este aumento en la productividad del sector, lo que se traduce en un estudio publicado en la revista «Applied Economic Letter». ¿Qué le lleva a un especialista de este tipo a interesarse por un tema tan alejado como éste? Además de su interés como cinéfilo, más de una razón científica de peso: «Como estudioso del área de teoría económica le doy bastante valor al mercado y los subsidios lo desequilibran en un escenario de competencia perfecta», responde el economista. Peligro: al hablar de competencia en cine a se piensa en el fantasma del monopolio americano en la distribución de películas, un aspecto, que, según el especialista, no influye en su estudio: «Ese problema está en el lado de la demanda, pero nosotros analizamos la parte de la oferta. Y de éste hay un número importante de empresas dedicadas a la industria, lo que denota que el mercado debe funcionar con cierto nivel de competencia».

Una película por empresa

El especialista extrajo de la web de Cultura los datos sobre producción de filmes, número de empresas implicadas y trabajadores de las mismas, así como las ayudas y los premios que recibieron. ¿Por qué opone en su estudio estas dos magnitudes? «Suponen las dos caras de la misma moneda. Los subsidios son un elemento de política de Estado, un dinero público que se asigna a los productores, mientras que los premios son la recompensa por un trabajo bien hecho». En 2007, último año que se analiza la encuesta, había en España 167 empresas productoras de cine, de ellas, el 78,40% participaron en una sola película, buena parte de las mismas en asociación con otras tan pequeñas como ellas, y una parte importante fueron creadas «ex profeso» para poner en marcha un título determinado, que duraron lo que la vida comercial de esa misma película. Sólo así se explica que únicamente ocho años antes hubiera sólo 46, es decir, una cuarta parte. Algo parecido ocurre con el número de largometrajes rodados: fueron 82 en 1999 y 172 en 2007. Por otro lado, habría que considerar la inversión del Estado en el séptimo arte. La principal partida es el Fondo de Protección a la Cinematografía (que aumentó de 30 a 86,7 millones de euros en el periodo que analiza el estudio), aunque existen también las aportaciones económicas de las autonomías, las líneas de crédito del ICO, facilidades para avales bancarios y el dinero que se obliga a invertir por parte de las televisiones en producción y distribución de filmes europeos. El economista prefiere decir que realizó una estimación de una función de producción en la que se introducen como variables los factores que intervienen en la elaboración de películas (capital y trabajo). ¿Cuál fue su conclusión? Pues como ocurre con Wikileaks, el resultado era vox populi hace tiempo: «Los subsidios, en términos estadísticos, son una variable no significativa, es decir, su efecto en la productividad es cero», aunque, matiza, «sí pueden aumentar el capital y el trabajo». En otras palabras, ¿la proliferación de pequeñas y medianas empresas con escasa estabilidad es fruto de las subvenciones? Sin dudarlo, Aray afirma: «Si das subsidios es porque esas empresas no se pueden mantener. Si los quitas, habrá muchas que no se puedan sostener en el mercado». Lo mismo sucede con el número excesivo de largometrajes que se manufacturan cada año en nuestro país: «En el Reino Unido, con una industria bastante más madura que la española, se producen la mitad de películas»

El efecto estímulo

¿Y qué ocurre con los galardones? «Los premios, en términos agregados, afectan positivamente a la productividad de películas, es decir, constituyen un estímulo, de manera que con los mismos trabajadores y unidades de capital se produce más». Este estudio tiene el suficiente peso para el autor como para instar a la Unión Europea a que en el futuro se replantee las subvenciones.

Lo más curioso es qué conclusión extrae: que existe un elevadísimo número de empresas excesivamente inestables y que se produce mucho más de lo que nos correspondería, exactamente la misma a la que han llegado los receptores de las ayudas, es decir, los productores. Su federación, Fapae, lleva años clamando porque se reduzca el número de rodajes y se realicen productos más competitivos para poder hablar de igual a igual en un mercado global. Como siempre, queda el comodín de pedir más implicación a las administraciones, pero, el especialista lo tiene claro: "La fómula para reducir la producción será disminuir las subvenciones".