Estreno

Maupassant toma las aguas por Francisco NIEVA

La Razón
La RazónLa Razón

Existe una preciosa novela de Guy de Maupassant, titulada «Mont-Oriol». No sé si esta magnífica novela está traducida al español. Puede que sí. Merece la pena perseguirla, incluso tratar de leerla en francés. El francés de Maupassant es una joya, comparable a la de quien se supuso que era su padre natural –Flaubert–, un francés coloreado, casi gesticulante. De aquellos dos y de Barbey D'Aurevilly también aprendió mucho nuestro Valle-Inclán. Maupassant elige un escenario lleno de amenidades naturales y artificiales en el que se recrea y nos recrea con una poderosa descripción naturalista, que es más bien impresionista. En «Mont-Oriol» se desarrolla una historia de amor con un prosaico y triste desenlace, pero toda ella recamada de sentimientos, sensaciones, sabores, olores, sinsabores, vientos y brisas, vértigos y sosiegos, cenas, fiestas, retiros y excursiones a los volcanes y a los barrancos, a los bosques de Auvernia, a su vino, a sus frutos; algo prodigioso en prosa descriptiva, que hechiza y adiciona al lector. Pero su fondo ambiental es aquella región francesa en donde durante el siglo XIX y parte del XX abundaron los balnearios en los que se tomaban las aguas ferruginosas de aquel país, antiguamente volcánico y coronado por numerosos cráteres.

Pues bien: si queremos saber por lo menudo cómo se concibe y se realiza un pelotazo económico para lanzar con éxito un nuevo balneario, tanto como para otra operación parecida en los tiempos que corren, no falta ni un solo detalle, como las instrucciones que pueden recabarse en internet para la construcción de una bomba. Pero Maupassant tiene la habilidad de hacérnoslo vivir entre personajes palpitantes de todo tipo y, sobre todo, nos advierte de que los verdaderos genios bancarios del pelotazo no son jamás unos lerdos. Hace falta una maligna y poderosa inteligencia, que tiene en cuenta factores muy diversos y extiende sus tentáculos por los más variopintos ambientes: periodismo, medicina, política, sociología de café, de peluquería para damas y caballeros…

El pelotazo perfecto nunca estuvo al alcance de cualquiera. El empresario de su novela es un paradigma de sequedad inteligente, un cerebro económico digno de encomio. Y no podemos negar que algunos cerebros de este jaez se han salido con la suya, indemnes y vencedores al fin. Esto es lo que sorprende y espanta en esta novela, que es una estremecedora advertencia y un retrato magistral del clima, sofisticado y satánico, donde se incuban los pelotazos.
 

Francisco Nieva
De la Real Academia Española