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La libertad de los átomos por Agustín García Calvo
Ya me temía yo que, con lo que ayer le solté poniéndole en entredicho sus pretensiones de libertaria, no iba esta cría a dejarme en paz y que volvería a pedirme cuentas: ahí la veo, cruzando la plaza con su falda larga y con su toque de andrajosa, que se viene derecha a invadirme el despacho sin pararse en barras. Ahí suena, y pongo la grabadora para darles a los lectores algunos retazos de la diatriba que me espera:
–Vamos a ver, tío: ¿así que tú piensas que, cuando uno hace lo que quiere, lo que pasa es que no sabe lo que quiere?, que, cuando yo y los compañeros cantamos que viva la libertad y luchamos contra el Poder por la libertad, ¿nos hacemos ilusiones?, ¿que no hay libertad en el mundo? –Venga, Rosa, siéntate un poco. Fúmate este purillo, que huele a bueno. –Pero responde, tío: ¿no hay libertad? –¿Cómo voy a decirte eso, Rosa, si me he pasao la vida negando eso? Claro que hay libertad. –¿Y? –Lo malo es tenerla. –¿Cómo? –Creer que es cosa de uno, como las otras cosas que tiene. Tal vez es que no os alegráis con la poca que haya. –Claro que no, tío: siempre más. –Y en eso ya se parece al dinero, ya ves qué pena. –Ya. Y entonces, ¿dónde está?, ¿qué es? –Tú ¿no estabas estudiando Física o algo así? –Estaba. Y ¿qué? No irás ahora a fiarte de la Ciencia, que está al servicio del poder. –No. Pero resulta que algunos de los cuánticos han debido de trastornarse un poco, y hasta piensan que, si uno es libre de levantarse, o no, a tomar un vaso de agua, igual de libres hay que declarar a los fotones, por ejemplo. –¡Ja! O sea aplicarles a las pobres partículas la condición humana. –Quizá al revés: que los hombres aprendan a ser algo humildes con su libertad. –Ya: porque ésa de los fotones consiste en la incertidumbre, ¿no?, que en un punto el fotón tira a la izquierda o a derecha sin saber por qué. –Eso; y ya lo cantaba el pobre Lucrecio: que no todo se haga por choque de un átomo con otros ni por su propio peso: que hay algo más. –Que es… –Eso: el no saber qué: la duda, la incertidumbre: eso es la libertad. Y si te parece poca…
No piensen los lectores que se calló con eso Rosa; que siguió dándole horas, sin dejarme atender a los asuntos urgentes que me traía.
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