Homosexuales por Paloma PEDRERO

Se sienten atraídos por los de su mismo sexo hasta el punto de enamorarse, soñar, gozar, amar… Amar, qué palabra tan grande. Qué difícil nos resulta a todos. A veces pienso que ellos lo hacen mejor. ¿Será que la fusión de lo femenino y lo masculino les hace más capaces? La naturaleza nos hizo a todos. Entre los animales también existe esta realidad, que no es una patología, es una realidad. Y hay tantos ejemplares…

Tantos hombres que quieren a los hombres y mujeres que quieren a las mujeres. A su manera, con sus códigos y aconteceres. Todavía hay una parte de la sociedad a la que le parece mal, anomalía. No quieren tener un hijo gay ni una hija lesbiana. Piensan: qué mala suerte; un raro en mi familia, un inesperado. Pero, si tienen sana la percepción, enseguida comprenderán que el único mal está fuera. En los ofuscados, en los que no quieren ver. Porque, ¿quién no tiene un hermoso homosexual próximo? Les diría más, ellos, esos hombres y mujeres diferentes se convierten en maestros de nuestro vivir cotidiano. Descubrimos una nueva sensibilidad y su ejercicio.

Es la del perdedor que no se engaña, la del que atravesó muy temprano el infierno, la del que tuvo que ganarse el respeto a pulso. Dicen los estudios que muchos adolescentes gays se suicidan porque no soportan el rechazo de su entorno. ¿Pueden imaginarse la tragedia de un ser inocente al que sus padres miran como un problema? Pero problema es tener al lado a un ser corrupto, a un vago, a un deshonesto, a un caradura, a un cabrón. Tener un homosexual es un regalo de los dioses. Tienen, en general, la sensibilidad del artista y los universos de los dos géneros. Y a ambos géneros entienden. Saben que la vida es compleja y canalla y que hay que cuidar con delicadeza el sentir. Son, sienten, avanzan. Que nadie piense que es una desgracia. Es un gran honor compartir la vida con los homosexuales. Yo casi todos los que he conocido son fascinantes. De lo mejor.