Libros

España

Bienestar

La Razón
La RazónLa Razón

No estaba previsto que acudiera. Pero al final, el Rey participó el miércoles en la comida que Bono ofreció en la Carrera de San Jerónimo. Al manchego le pierden las liturgias y está convirtiendo su despedida en una suerte de novena extendida. Parece uno de los paleólogos bizantinos, envuelto en pompa y circunstancia mientras entrega la constantinopla parlamentaria. Al final del almuerzo le hicieron a Don Juan Carlos una de esas preguntas que responde de forma espontánea. Y admitió que a España le «esperan bastantes sacrificios». Lo que nadie quiere reconocer. Ese mismo día Rubalcaba ordenaba a sus barones que proclamaran que la derecha viene a podar el Estado del Bienestar. Puede ser eficaz para movilizar a cierto electorado. En el código genético de la opinión pública española está incrustado el estatalismo. El franquismo cultivó la idea de que se podía reclamar al Estado el derecho subjetivo al bienestar. Y el socialismo alimentó la herencia. El único bienestar que se estima legítimo es el que gestiona el Estado. Por eso no se percibe como un recorte la subida de impuestos anunciada por Rubalcaba. Los conciertos en educación o en servicios sociales se consideran privatizaciones. Y se rechaza la necesidad de pasar de un Estado del Bienestar inviable a una sociedad del bienestar sostenible. Una sociedad, de servicios a través de conciertos, en la que los profesores dan 25 horas lectivas y no hacen huelga y las entidades que trabajan con mayores aguantan retrasos en el pago.