Estados Unidos
Algo más que «flotilla» por César VIDAL
El episodio de la llamada «flotilla de la libertad» puso de manifiesto que algunas palabras de origen español han sido recibidas en otras lenguas
El término «flotilla» pasó a otras lenguas y, muy en especial, al inglés como consecuencia de los enfrentamientos marinos en el Atlántico. Mientras que los piratas de las más diversas extracciones pretendían apoderarse del oro procedente de las Indias, el imperio español intentaba conjurar semejante peligro recurriendo a formaciones de defensa naval conocidas como «flotillas». No siempre el paso de una palabra española a otra lengua resultó tan neutro. En algunas ocasiones, hay que señalar que la circunstancia histórica de fondo resulta siniestra. Por ejemplo, en inglés el término para «golpe de estado» es la expresión francesa «coup d´état», pero cuando ese episodio carece de sutileza y va acompañado de una intervención militar y una explosión de violencia se utiliza el hispano «pronunciamiento».No debería extrañarnos porque, a fin de cuentas, el siglo XIX español constituyó una sucesión poco feliz de golpes de estado de carácter militar que sólo concluyeron con la implantación del sistema canovista de 1876. Por otro lado, una de las peores herencias de la presencia española en Hispanoamérica fue la tendencia a que los militares forzaran determinadas situaciones políticas, tanto a la izquierda como hacia la derecha, recurriendo a la fuerza. Peor aún es el uso de la palabra española «terror» en lengua rusa. Su utilización se debe al mismísimo Lenin, que, a la hora de definir el uso del terror por parte del Estado, rechazó el término propio «straj» por considerarlo demasiado general y prefirió el español.
«Guerrilla», positivoLa palabra adquiriría así una connotación pavorosa sobre todo si se recuerda aquella tempestuosa reunión del Comité de comisarios del pueblo –el primer gobierno socialista presidido por un bolchevique– en el que, cuando los eseristas (Partido Socialista Revolucionario) protestaron por el uso de medidas destinadas a infundir el pánico entre la población, Lenin preguntó irónico: «¿De verdad, creéis que podríamos mantenernos mucho tiempo en el poder sin recurrir al Terror?». Pero no siempre los préstamos tomados del español poseen esas connotaciones peyorativas. Un ejemplo es la palabra «guerrilla». En sí, el término sólo significaba la guerra pequeña, la que se libra cuando ya no quedan los medios para llevar a cabo un conflicto convencional. Sin embargo, el que la guerrilla se generalizara en la España ocupada por las tropas de Napoleón y el que simbolizara la resistencia de todo un pueblo le confirió una resonancia positiva y universal. Muy pronto, no sólo quedaría asociada al denuedo de los combatientes irregulares sino incluso a una forma de guerra específica y llamada al éxito. De hecho, términos como «maquis» o «partisano» no han logrado desalojar del todo a la «guerrilla». Con todo, posiblemente sea «liberal» la palabra más positiva de origen español que ha pasado al acervo político universal. Originalmente, el liberal era sólo aquel que se mostraba dadivoso y sabía hacer uso de su generosidad de una manera noble. Sin embargo, las Cortes de Cádiz transformaron el término en la etiqueta destinada a aquellos que tenían como principal objetivo la libertad política y económica. Esa circunstancia explica que la palabra fuera experimentando una variación peculiar. En la vieja Europa, los liberales siguieron siendo los partidarios de las libertades políticas y de mercado hasta el punto de apellidar a la democracia occidental. Por el contrario, en Estados Unidos liberal acabó por definir a los situados en la vanguardia de los cambios políticos hasta el punto de ser hoy en día un equivalente a nuestro «progre». No resulta escaso el legado del español en otras lenguas y, sobre todo, no es poco importante.
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