Centro del toreo por Andrés SÁNCHEZ MAGRO

Tópicamente se ha dicho que la plaza de toros donde se celebra San Isidro es capital del planeta taurino. En plena batalla a sangre y fuego sobre la mancha de aceite que se extiende por toda España, llamada prohibición de los toros, Madrid adopta un paso al frente. Decía Belmonte que se torea como se es, así los madrileños han demostrado, una vez más, que no entienden su cultura popular sin la Fiesta.El toreo es cultura, un arte enraizado con la tradición y la modernidad a partes iguales. Madrid es punta de lanza de una reivindicación ética y estética y concibe la tauromaquia como una seña de identidad. Porque, al final, en este juego de vanidades de políticos de medio pelo, el entorno madrileño busca su personalidad también con el arte de Cúchares. Uno tiende a desconfiar de los políticos y de su utilización de las cosas más nobles. Aunque cuando se ponen armas y bagaje al servicio de una causa tan auténtica como la taurómaca, uno se reconcilia con los servidores de lo público y los gestores culturales. Madrid huele a toros. Nadie puede entender su idiosincrasia sin espectáculos taurinos, novilladas, encierros de toros en sus sierras y valles, festivales de Chichón, «Sanse» y Colmenar Viejo... Integran un escenario mágico, genuino y muy castizo. Madrid, genuina tierra de toros y nuestro más preciado bien de cultura.