Pontevedra

Se entrega el hombre que retenía a su mujer y su hijo en Pontevedra

El hombre que, armado, mantenía retenidos desde esta mañana en su domicilio de O Freixeiro, en Montecelo (Pontevedra), a su mujer e hijo, de unos 12 años, así como a una tercera persona, se ha entregado esta tarde a la Policía, según informaron fuentes del cuerpo armado.

Al final, Agustín V.R., de unos 40 años, propietario de un taller y con licencia de armas, se entregó voluntariamente y en la operación de rescate no se produjeron daños personales. Transcurrieron más de siete horas y media desde que se montó un amplio dispositivo en los exteriores de la casa hasta que Agustín V.R. dio por concluido el secuestro, fue detenido y posteriormente conducido a dependencias policiales.

En todo ese tiempo, un negociador trató de convencerlo de que depusiera su actitud, mientras que éste realizó varias llamadas telefónicas a personas que se encontraban fuera del perímetro de seguridad. Una de las llamadas tuvo como destinataria la mujer de la tercera persona retenida, según el relato de los vecinos, el jefe de su esposa, quien acompañada por unos agentes fue trasladada a las inmediaciones del domicilio, donde permaneció durante unos 15 minutos.

La mujer había comentado antes que Agustín V.R. la había llamado temprano por la mañana y la había alertado de que amenazaba con suicidarse. Fue entonces cuando pidió a su marido que se acercase a la vivienda familiar, donde fue retenido por Agustín V.R. hasta que se entregó en torno a las 17.30 horas.

Las causas del incidente aún no están claras, si bien esta mujer señalaba un conflicto en torno a unos cotos de caza como posible causa de fondo. Agustín V.R. había contactado también por teléfono con un proveedor de piezas del taller de su propiedad y que se dio cuenta de que algo extraño estaba sucediendo porque su interlocutor empezó a decir frases inconexas. Tal y como explicó a los periodistas, entre las frases que pronunció dijo que "se iba a pegar un tiro", luego que sus padres estaban enfermos y que le habían robado un perro.

Una decena de vecinos y familiares siguieron desde lejos el desarrollo de los hechos hasta la resolución, con signos evidentes de preocupación durante las primeras horas y con algo menos de agitación durante las últimas.