Internacional

Alta tensión en San Agustín

No hay una cafetería ni una tienda en la que no se discuta por el cambio de Gobierno en el Ayuntamiento.

La indignación se palpa entre los vecinos que creen que los políticos «no nos dejan enterarnos de lo que pasa»
La indignación se palpa entre los vecinos que creen que los políticos «no nos dejan enterarnos de lo que pasa»larazon

MADRID- Hermetismo. Así puede clasificarse la postura de los vecinos de San Agustín de Guadalix en los días previos a la moción de censura que mañana sábado decidirá el devenir político de la localidad. «No se puede decir nada, esto es un pueblo y todos se conocen», afirma una mujer que prefiere mantener el anonimato. Como ella, son muchos los que no quieren tomar partido en un tema que consideran polémico. «Piensa que quien más quien menos tiene algún pariente implicado en la política del pueblo», afirma otro vecino a las puertas del bar Marcelo. Precisamente en este local las posturas políticas se enfrentan, pero todos prefieren no tentar a la suerte y llevar su relación de manera cordial. Para ello, la mesa en la que el tapete de mus sostiene los chinos, situada al fondo del recinto, marca el equilibrio de un local tranquilo. El bar Marcelo es un lugar relajado, siempre que no se hable de política. Allí se reúnen cada tarde vecinos del pueblo para echar su partida de mus y charlar, pero, eso sí, la política es un tema tabú y en cuanto les tiras de la lengua, pueden surgir problemas. «¡Tránsfuga, que eres un tránsfuga!», espeta exaltado Martín en referencia a otro contertulio del bar que, una vez pasado el «calentón», continúa con su rutina diaria.Pero la cuestión por la que se palpa la tensión en los rostros de los vecinos de San Agustín viene de lejos. Tras la marcha de Amalia González de su puesto de concejal del PP, se ha desatado en el pueblo un vaivén de políticos que va a acabar por desbancar a José Luis Pérez de la alcaldía. Y el pueblo, a grandes rasgos, prefiere no mostrar su opinión. Hasta que se desatan.

«El ambiente está feo»«Hombre, el ambiente esta un poco feo, hay mucho lío», afirma Carmen en compañía de otras dos mujeres mientras se dirigen a la «Casa de los mayores». Con ella está Maura, para quien la verdad de lo que pase «queda entre ellos», en alusión a los políticos, «nosotros no nos enteraremos de lo que pasa de verdad». Martín, una vez recuperado de su «trance», considera que «en el fondo, lo único que quieren es el dinero, sólo persiguen intereses económicos». Junto a él, en la barra del bar, se encuentra Julio, quien sostiene que en el fondo «la gente se va al sol que más calienta». La sensación que tienen algunos de los residentes de San Agustín, que tiene una población de cerca de 12.000 habitantes, es que a raíz de esta operación política «va a ser salir de Málaga para entrar en malagón», según comenta el hombre conocido como el taxista, mientras observa la partida de mus desde la puerta del bar Marcelo. A este respecto, el charcutero, mientras atiende a Fernando, considera que «hay ambiente en el pueblo, es hasta divertido». Una vez hecha la compra, Fernando se muestra sorprendido. «En realidad, no me había enterado de nada, pero vamos, es una chapuza». Aunque parece que cuando hay temas de política por medio, no están todos igual de implicados, ya que cada uno tiene sus propias preocupaciones. Y si no que se lo pregunten a Virginia o a Tania, dos jóvenes estudiantes a las que no les preocupa lo que pase. Ellas tienen bastantes preocupaciones ahora, ya que «estamos estudiando y no nos habíamos enterado», explica Tania tras salir de la papelería. Los comercios son un buen barómetro para tomar el pulso al pueblo. Sara trabaja en una perfumería de la Avenida de Madrid. Confiesa ser de fuera del pueblo pero entre la gente que se acerca hasta su negocio «sí que se nota un poco de nerviosismo estos días». Laura también trabaja en la localidad, pero no vive allí. En su caso, atiende a los clientes que se dejan caer por la farmacia y reconoce que el ambiente está tenso aunque no conoce los detalles.Una tarde en el pueblo es suficiente para percibir el estado de ánimo previo a la moción. Manoli, que vive en San Agustín desde hace 20 años, resume la situación: «Estamos cansados de los trapicheos políticos». Hoy deben afrontar un nuevo cambio en su Ayuntamiento.