Galicia
El peligro de las dioxinas por José Antonio VERA
La forma como alimentamos a los animales no deja de escandalizarnos de cuando en cuando. Es cierto que la mayoría de los ganaderos se comporta con corrección y pulcritud a la hora de alimentar a las vacas, cerdos o gallinas que nos sirven a su vez a nosotros de alimento. Pero también estamos hartos de tropezarnos con fabricantes de piensos compuestos para el ganado o las mascotas que adulteran sus productos para conseguir más beneficio. A las vacas las volvían locas a base de darles piensos de origen animal aún a sabiendas de que las reses son herbívoras y deben comer hierbas y pasto, pues sus aparatos digestivos están concebidos sólo para este tipo de alimento. Los recientes escándalos de dioxinas en Alemania no son, por desgracia, casos aislados. En España también se han detectado en piensos grasas para fabricar jabones, así como hormonas y antibióticos.
El problema de las dioxinas es que son contaminantes ambientales pertenecientes a compuestos químicos peligrosos para la salud humana. Forman parte de los llamados «contaminantes orgánicos persistentes», y la exposición a ellos se ha relacionado con el desarrollo de diversos tipos de cáncer. Una exposición prolongada a niveles altos puede ocasionar efectos adversos en la salud humana porque, una vez en el organismo, tales sustancias persisten en él debido a su estabilidad química y a su fijación en el tejido donde se almacenan. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), pueden permanecer en el cuerpo hasta 11 años. Las dioxinas se generan, en su mayoría, en procesos de combustión, tanto artificial (incineración de basuras), como natural (incendios forestales o erupciones volcánicas). Son igualmente subproductos no deseados de algunos procesos industriales como fundiciones, fabricación de plaguicidas o herbicidas, o blanqueo de pasta de papel con cloro. Sin embargo, su principal fuente de liberación al medio ambiente es la combustión incompleta de las incineradoras de basuras (residuos sólidos y hospitalarios). Los almacenamientos prolongados de grandes depósitos de aceites industriales de desecho liberan asimismo dioxinas al medio ambiente. Su presencia preocupa debido a su acumulación en la cadena alimentaria, en especial en las grasas animales. Particularmente grave es que se empleen aceites industriales o grasa prohibida en la alimentación de vacas, cerdos y gallinas. En España se han detectado recientemente casos en Loeches (Madrid) y Guadix (Granada), y el pasado año el TSJ de Galicia multó a una empresa por hacer piensos para peces con antibióticos. No es lo normal, pero basta que de cuando en cuando surjan casos para generar alarma en la opinión pública.
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