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Las otras vidas de Stieg Larsson

Tres libros, tres películas y un volumen con sus mejores páginas periodísticas. Larsson murió antes de que sus novelas se convirtieran en un fenómeno. El éxito le sobrevive, y aún queda por llegar la versión de Fincher de «Millennium».

Daniel Pooh, que aprendió periodismo con Stieg Larsson, presentó ayer el libro en Madrid
Daniel Pooh, que aprendió periodismo con Stieg Larsson, presentó ayer el libro en Madridlarazon

La extrema derecha, la homofobia, las corruptelas políticas, las injusticias sociales, los desmedidos abusos del poder y la violencia contra las mujeres. Conocimos las inquietudes periodísticas que movían a Stieg Larsson a través de una saga novelística que alcanzó la difícil cima de los top-ten antes que su otros trabajos: las investigaciones, reportajes y artículos que publicó en la revista sueca «Expo» que fundó y dirigió él mismo. La trilogía «Millennium» alcanzó el número uno de los más vendidos de manera consecutiva un año tras otro y retrató en la conciencia de millones de lectores, todavía llena de tópicos, una Suecia imprevista. Aunque Daniel Poohl, discípulo del escritor, que ayer presentó en Madrid «La voz y la furia» (Destino), que reúne la obra periodística de su maestro, mantenga otra versión: «De lo que no cabe duda es de que ya sabes cómo veía Suecia Stieg Larsson y que su visión era muy crítica, con problemas hirientes, como la violencia de género. Es un país muy diverso. Quizá ha conocido la parte más oscura».


La comida basura
Aquel escritor, que murió antes de que el éxito le alcanzase y padecía una debilidad insana por la comida basura y el café americano, contó cómo los grupos neonazis se estaban reorganizando en Europa y difundían su mensaje racista. Un tema reiterativo en el libro que ayer se presentó en la Embajada de Suecia. «La intolerancia forma parte de las sociedades europeas –comentó Poohl–. Entre un 5 y un 10 por ciento de los jóvenes de mi país tienen ideas antisemitas. Una cifra que demuestra que existe intransigencia con los inmigrantes. Eso no quiere decir que se traduzcan en votos para un partido. Pero lo importante no es eso, sino esa cultura del odio que difunden y que no afecta sólo a los judíos, sino también a los árabes». Larsson fraguó el molde de una mujer, Lisbeth Salander, que padece los atropellos de delincuentes, criminales y poderosos con pocos escrúpulos, y de Mikael Bloomkvist, que encarna al periodista comprometido que denuncia los desmanes de un sistema erosionado. En ese marco, presenta, por supuesto, a una extrema derecha que ahora está aumentando de nuevo en Europa. «Es un problema que ha crecido desde el año 1995. Larsson estudió cómo existen estos grupos y qué les permite desarrollarse. Muchos piensan todavía que el nacionalsocialismo desapareció en 1945. Pero sólo se ha transformado. Ya no llevan esvásticas ni uniformes, es cierto. Pero han creado un nuevo enemigo, que es el Islam», apuntó Poohl.
 
La ética periodística de Larsson está fuera de cuestión y casi de cualquier debate. Sólo hay que estudiar los principios que priman en «Millennium», la revista que aparece en los libros. Es el ideal que defendía. El ejercicio de una profesión comprometida con la sociedad, capaz de enfrentarse, incluso, al pasado de los servicios secretos de su país. Pero ¿cómo era él como redactor jefe? No le gustaba pontificar –dice Poohl–. Era muy sutil dirigiéndote y enseñándote a ser consciente de que era periodista y de que tenía que defender aquello en lo que creía, como el antirracismo. Aprendía a contarlo con el enfoque adecuado. Era un demócrata». ¿Ahora el ejemplo es Julian Assange y Wikileaks? Poohl lo dice con aplomo: «¡No! Wikileaks no filtró nada, lo hicieron los periódicos, que decidieron qué era lo interesante. De todas formas, el enfoque que dieron los medios europeos no me gustó. Parecía que sólo estaban interesados en desacreditar a Estados Unidos y la CIA».


La musa de Gino Rubert
Sus portadas son tan conocidas en nuestro país como los textos de Larsson. La edición española de la trilogía de «Millennium», publicada por Destino, marcó un antes y un después. Docenas de libros han imitado sus características: fondo negro y dibujo. El artista, Gino Rubert, había retratado a una de sus novias. Un día, sus pinturas fueron escogidas para las cubiertas de la saga de Larsson. A partir de ese momentoencontraría el rostro de su ex en todas las librerías y en más de un anuncio publicitario. Esa chica prestaría, sin saberlo, el primer rostro a Lisbeth Salander.


«La voz y la furia»
Stieg Larsson
Destino
290 páginas. 18 euros.