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El perro por Andrés ABERASTURI

El perro, por Andrés ABERASTURI
El perro, por Andrés ABERASTURIlarazon

Que una situación económica personal tirando a difícil y/o francamente preocupante puede influir en la respuesta sexual de un individuo, es un hecho al parecer demostrado. Lo de la película ya no resulta tan evidente, pero qué duda cabe que después de ver un dramón de los que hacen época, la verdad es que se llega a casa con muy poquitas ganas de nada. En lo que no había yo caído era en lo del perro; tal vez sea porque tengo gato y nos respetamos mutuamente nuestra intimidad pero nunca se me había ocurrido cuál sería mi reacción y la de mi… ¿Cómo decirlo?... Apéndice viril que parece ir por libre si antes de lo que te dije, en los preparativos, aparece un perro que se me queda mirando fijamente. Creo que la caída inmediata del andamiaje no sería ninguna excusa sino sencillamente miedo. Los perros son muy suyos y el anuncio que trata sobre la disfunción eréctil, no especifica nada sobre el can, ni su raza, ni su tamaño, ni su pertenencia. Cuando te dispones a la faena, es ya de por si incómodo tener como invitado a un perro, pero si no hay más remedio, convendría especificar si es un pekinés con lacito que lo más que puede hacer es dar la lata o uno de esos tan fieros que si les da por ahí puede terminar con nuestra virilidad de un solo bocado, dicho sea en plan realismo sucio. Yo tengo para mí que esos menesteres no conviene hacerlos ni delante de una pecera, pero allá cada cual con sus gustos. Dicho esto –y salvo lo del perro– me parece estupendo que se hable de la disfunción eréctil con soltura y tranquilidad y se admita que no siempre es un problema de «coco» y que tiene soluciones médicas sencillas, rápidas y eficaces. Terminar con ese resto de machismo que nos aleja de las consultas, mejora la vida y, encima, nos hace amigo de los animales.