Valladolid

Los pasos perdidos de «El Cuco»

Escena del largometraje de Villamediana, rodado con actores no profesionales
Escena del largometraje de Villamediana, rodado con actores no profesionaleslarazon

Daniel V. Villamediana empezó una investigación sobre los pasos perdidos de su abuelo, los que emprendió en un misterioso viaje hacia el sur del que nunca contó nada a su vuelta. Era de Valladolid y le apodaban «El Cuco», porque cantaba flamenco. La investigación no dio resultados, así que Villamediana decidió rellenar el vacío familiar con la imaginación que vale una película, «La vida sublime», que compitió ayer como única representante española en la sección oficial del Festival de cine de Locarno dedicada a los realizadores emergentes.

«Nunca hemos llegado a saber qué pasó en aquel viaje, así que la película cuenta lo que pudo haber pasado: que se hizo torero, boxeador, anarquista, que buscó y encontró la épica», cuenta el realizador. El protagonista es Víctor, un joven que busca la pasión vital perdida en la figura de su abuelo, al que da vida el primo del director, y que, como todos los intérpretes, son actores no profesionales. ¿El guión? «Dos páginas. Un marco general y, a partir de ahí, los personajes que fuimos encontrando en el camino». Como un ex novillero varado en la barra de Casa Manteca, en Cádiz, que suelta la frase que finalmente tituló el filme: «El peligro es la clave de la vida sublime. El método de trabajo es llegar a la escritura a partir de la complicidad. Para eso, es inigualable el talento de Víctor para sacar emociones de desconocidos y llevar las conversaciones sobre los temas que teníamos planteados», explica Villamediana, que proyectó la estructura de la historia como la interrelación de la vida del protagonista con la historia de España.


Lucidez y locura
Así surgen la Guerra Civil, el descubrimiento de América, el anarquismo, los místicos. «Quería hacer un cine auténticamente español, que es algo que no se ve, porque todo lo que se hace es una copia caduca de modelos extranjeros», asegura. Y así florece el espíritu quijotesco de tipos auténticos, sin diálogos, de personajes de película improbables.

«Una vida sublime» se convierte en un filme que camina sobre la frontera entre el documental y la ficción, entre el pasado y el presente, los nietos y los abuelos, la lucidez y la locura, Castilla y Andalucía. «Quería reflejar los paisajes, los acentos, el carácter. Mi abuelo estaba fascinado por el sur como territorio mítico, que en su cabeza estaba representado por el agua y el sueño. Y Castilla, en cambio, que es abstracta». Así que el viaje, la búsqueda, es el «MacGuffin» que da arranque al amplísimo «asunto telúrico», según Villamediana, en que se convierte la narración.


Absoluta improvisación
«Mi abuelo pertenece a esa generación perdida que, por el franquismo, no pudo cumplir sus sueños, no pudo ser quien quería. Como nieto, me interesa contar sus historias, porque nosotros sí podemos. Pero nunca de una forma afectada o ideologizada, sino natural, que ayude a comprender el contexto de la historia», explica el director.

En su segunda película, Villamediana no renuncia a su forma de entender el cine. Si en su primer largo, «El brau blau», la acción era un monólogo interior, en «La vida sublime» buscaba «una forma de dar libertad a los actores, que trabajan en la absoluta improvisación, dicen lo que piensan. Porque si les hubiera escrito un texto, se volverían los peores actores del mundo, pero, sin él, sienten de verdad lo que cuentan, y, así, son insuperables». «Bueno, la verdad es que en España creo que hay muy malos directores de actores y tampoco me convencen los propios actores. Prefiero gente como un folio en blanco, sin técnicas ni aprendizaje. Más vitales y espontáneos, que creo que van perfectos para el tono de la película».

La película tiene previsto su estreno en España en la primavera del año próximo tras el paso por varios festivales internacionales, aunque su director no confía en que encuentre hueco en las salas. «Valoro mucho la ficción norteamericana, me gusta verla, aunque la forma de hacer cine que tengo sea otra, cercana a Albert Serra o Guerín. Pero creo que mi película no encontrará público en el mismo cine que "Toy Story 3"y "Origen", de Christopher Nolan, por ejemplo. Así que la taquilla es algo que ni se me pasa por la cabeza. Busco otros territorios».