Cargando...
Historia

Estados Unidos

El ejército de la Komintern por César VIDAL

La Complutense de Madrid ha erigido un monumento a las Brigadas Internacionales por su lucha por la democracia. La realidad histórica fue otra. 

La bandera republicana, en la inauguración en la Complutense de un monumento memorial a las Brigadas larazon

En septiembre de 1936, Stalin tomó la decisión de organizar unidades combatientes que serían enviadas a España y que constituirían argumento suficiente para que las reservas de oro del Banco de España fueran trasladadas a la URSS. Ese mismo mes, la Komintern inició una actividad febril para formar las BI. Aunque todos los partidos comunistas del globo colaboraron, el reclutamiento fue organizado por el propio NKVD soviético. La llegada de los voluntarios a Francia era, en la mayoría de los casos, precedida por una labor previa de reclutamiento en los lugares de origen nacional.

De los distintos partidos comunistas se esperaba que proporcionaran cuotas mínimas. Relativamente fáciles de cubrir en el caso de partidos como el francés o el alemán, se convirtieron en un reto casi inalcanzable para el británico o el estadounidense. Así, se acabó recurriendo a adolescentes y a hombres casados y con hijos para cubrir los objetivos de la Komintern. Además se arbitraron medidas como prometer a los comunistas bajo sospecha o caídos en desgracia que su situación sería revisada si se alistaban. Pese al innegable papel director y organizador de la Komintern, las consignas oficiales eran las de negar el verdadero origen de las BI e insistir en que se trataba de un movimiento mundial surgido espontáneamente.

Brigadistas decepcionados

Esta auténtica versión oficial quedaría desmentida por el testimonio de interbrigadistas decepcionados y por la aparición de documentos en algún caso tan recientes como los pertenecientes a la Komintern y a sus tratos con agentes en el extranjero. Las razones que la Komintern tenía para ocultar su papel en la creación de las BI no podían ser más obvias. En primer lugar, la versión oficial sobre los interbrigadistas constituía una aparente legitimación práctica de las tesis sobre el Frente Popular formuladas por la Komintern. En segundo lugar, las BI permitían a la URSS intervenir militarmente en la Guerra Civil española sin que esa acción comprometiera gravemente su prestigio. Cualquier error o derrota sufridos por las BI no podrían achacarse a la URSS; cualquier victoria o triunfo podrían ser capitalizados –como efectivamente sucedió– por la Komintern. Finalmente, el reclutamiento de interbrigadistas apelando al antifascismo y ocultando la inspiración comunista de las unidades permitía apelar a segmentos de la población más amplios. Éstos iban a ser manipulados con relativa facilidad por los agentes de la Komintern.

A estas razones se unían otras que aún debían ser ocultadas con más rigor. En primer lugar, la Komintern tenía interés en crear y controlar las BI, pero no estaba dispuesta a desperdiciar sus mandos en combate. El reclutamiento de no-comunistas proporcionaba la suficiente carne de cañón para evitar que los cuadros comunistas se vieran indebidamente reducidos. En segundo lugar, las BI podían cumplir la función de organismos de reclutamiento y adoctrinamiento en la ortodoxia del comunismo stalinista. Finalmente, iban a realizar desde los primeros días de su creación labores de apoyo para el NKVD, como fue el secuestro de Andreu Nin.

Además, su existencia sería aprovechada para reclutar agentes secretos al servicio de la URSS e infiltrar los servicios de inteligencia de países como Francia, Gran Bretaña o Estados Unidos. Así, la aplastante mayoría de los miembros de las BI distaran muchísimo en su fiel stalinismo de ser demócratas y ciertamente defendieran una forma de totalitarismo que nada tenía que envidiar en su dureza y carácter despiadado a la de Hitler. Rendirles un homenaje sólo puede ser calificado de burla a la causa de la libertad.