
Salud
Chikungunya: el virus que azota China y ya toca las puertas de Europa
La OMS lanza la voz de alarma: la tasa de letalidad es del 1% y el patógeno se ha extendido por 119 países

La Organización Mundial de la Salud ha dado la voz de alarma sobre un sigiloso virus que se extiende a velocidad de vértigo y que muchos ni siquiera saben pronunciar: el chikungunya (CHIKV). En la bulliciosa provincia de Guangdong, al sur de China, la ciudad de Foshan se encuentra en el ojo de este huracán de salud pública. Un brote de esta afección, transmitida por mosquitos del género Aedes, ha puesto en jaque a las autoridades locales, con un total de 4.014 casos confirmados reportados hasta el 25 de julio. Este aumento explosivo, registrado en un lapso de apenas dos semanas, ha encendido las alarmas y expuesto la vulnerabilidad de la región frente a enfermedades transmitidas por vectores. Los departamentos de salud de Foshan urgen una acción inmediata para evitar una crisis de mayor magnitud.
“Esta patología es poco conocida por el gran público, y ha encendido las alarmas tras detectarse en 119 países poniendo en riesgo a 5.600 millones de personas”, según Diana Rojas Álvarez, portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Originado en la isla de Reunión, un departamento francés en el océano Índico, este virus ha resurgido con fuerza, y Europa no escapa a su alcance. Francia lidera el número de casos en el continente, con 800 infecciones registradas entre el 1 de mayo y el 22 de julio. Sin embargo, la preocupación se extiende ahora a Italia, donde se ha confirmado el primer caso en Bentivoglio, en la región de Bolonia. Las autoridades sanitarias locales reaccionaron con celeridad, activando un plan de emergencia para frenar la propagación. Entre las medidas adoptadas destacan el rastreo de los movimientos del paciente en los días previos a los síntomas, la coordinación con los municipios y una investigación epidemiológica ampliada que incluye a la familia del afectado.
"Ante los patrones de transmisión observados desde el brote de 2004, hacemos un llamado a la acción urgente para evitar que la historia se repita", advirtió Rojas Álvarez. Aunque la tasa de letalidad del chikungunya es inferior al 1%, la funcionaria subrayó que, con millones de casos, este porcentaje puede traducirse en miles de muertes. La OMS ha emitido una alerta temprana instando a los países a fortalecer sus sistemas de detección y respuesta para prevenir brotes masivos.
El distrito de Shunde, un enclave célebre por su gastronomía cantonesa y su atractivo turístico, se ha convertido en el epicentro del brote, albergando cerca del 90% de los casos. La alta movilidad de personas en esta zona, combinada con las condiciones cálidas y húmedas típicas del sur de China, parece estar alimentando la rápida propagación del virus. Sun Yang, subdirector del Centro Nacional para el Control y la Prevención de Enfermedades de China, calificó el escenario como "altamente preocupante" durante una conferencia de prensa, enfatizando la necesidad de una respuesta coordinada y vigorosa para contener la epidemia.
Los registros históricos indican que China no es ajena al chikungunya. En 2010, la ciudad de Dongguan, también en Guangdong, reportó 253 casos, mientras que el primer caso importado se documentó en 1987. Sin embargo, la magnitud del brote actual supera cualquier precedente reciente, lo que plantea interrogantes sobre los factores que han facilitado su rápida expansión. Aunque las autoridades han señalado que el brote es de origen "importado", no se ha precisado el país o región de procedencia, lo que dificulta rastrear la fuente inicial.
Las autoridades sanitarias chinas han desplegado una serie de estrategias para frenar la propagación del virus. El Centro Nacional para el Control y la Prevención de Enfermedades ha emitido guías claras, instando a la población a adoptar medidas preventivas como el uso de repelentes, mosquiteros en camas y puertas con mallas antimosquitos. En los hospitales de Foshan, los pacientes diagnosticados son atendidos en camas protegidas, una medida que busca evitar la transmisión secundaria. Para satisfacer la creciente demanda, las autoridades locales han ampliado la capacidad de aislamiento, pasando de 4.000 a 7.220 camas especializadas en apenas unos días.
Un componente crítico de la respuesta es la eliminación de criaderos de mosquitos. En Shunde, las autoridades han intensificado las inspecciones para garantizar que los hogares no tengan agua estancada en macetas, recipientes o electrodomésticos, ya que estos son sitios ideales para la reproducción del mosquito Aedes. La Comisión de Salud de Foshan ha establecido multas de hasta 10.000 yuanes (unos 1.187 euros) para quienes incumplan estas regulaciones, una medida que busca reforzar el cumplimiento pero que también ha generado debate sobre su impacto en la población.
Este alfavirus propagado por mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus se transmite principalmente cuando estos insectos pican a una persona con alta carga viral en los primeros días de infección, entre el tercer y séptimo día, y luego infectan a otros al alimentarse de su sangre. Este ciclo perpetúa la diseminación en comunidades expuestas.
Los síntomas incluyen fiebre elevada, dolores articulares severos y, en algunos casos, erupciones cutáneas. Aunque la mortalidad es baja, según la Organización Mundial de la Salud, las complicaciones pueden ser graves en adultos mayores o individuos con enfermedades preexistentes. La ausencia de tratamientos específicos y la limitada disponibilidad de vacunas aprobadas dificultan la gestión de brotes.
Más allá de las picaduras, la transmisión puede ocurrir, aunque raramente, mediante transfusiones de sangre contaminada, manipulación inadecuada de muestras infectadas en laboratorios o procedimientos invasivos en pacientes con el virus activo. No hay evidencia de contagio directo por contacto físico, tos o estornudos.
En el ámbito materno-infantil, la transmisión de madre a feto es poco frecuente, pero posible, especialmente en el segundo trimestre. Si la infección ocurre cerca del parto, el recién nacido puede contraer el virus, enfrentando un riesgo elevado de enfermedad severa. Aunque no se ha detectado el virus en la leche materna, las madres lactantes en áreas afectadas deben buscar asesoramiento médico.
La prevención depende de evitar picaduras mediante repelentes efectivos como DEET o picaridina, ropa protectora y mosquiteros. Para viajeros a regiones endémicas, la vacunación, cuando esté disponible, es una medida clave, y se recomienda consultar guías de inmunización. En entornos clínicos, la bioseguridad estricta al manejar sangre y la detección del virus en bancos de sangre son esenciales para frenar riesgos.
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