Londres
Kate y Camilla la extraña pareja
Kate y Camilla. Camilla y Kate. Dos mujeres, dos estilos, dos historias y, sin embargo, un mismo punto en común: una corona. Ni el mejor de los astrólogos hubiera podido interpretar nunca que en el destino de estas dos féminas se iría a cruzar un buen día un príncipe.
Todo jugaba en su contra. Para una pesaba enormemente un matrimonio idílico que la convertía simplemente en la amante. Para otra, la falta de vínculos con la aristocracia hacía impensable cualquier acercamiento a alguien de sangre azul. En una sociedad escrupulosamente clasista, tan sólo era la hija de un matrimonio que se había hecho rico vendiendo artículos de fiestas infantiles. Y pese a todo, para las dos triunfó el amor.
Pues bien, ya sea por este extraño vínculo o porque han conectado, Kate y Camilla se han vuelto inseparables. La prometida del príncipe William ha encontrado en la duquesa de Cornualles el mejor punto de apoyo para preparar su nueva vida en palacio. Al fin y al cabo, nadie mejor que ella para explicarle los entresijos de la familia real, las manías de la soberana y el vértigo que produce abandonar tu pasado para afrontar un futuro lleno de obligaciones y continuamente expuesto al veredicto del pueblo.
Risas y consejos
Nuera y suegra (mejor dicho «suegrastra», con permiso de la RAE) se han convertido estos días en una extraña pareja y sus encuentros, en medio de los preparativos para la boda, son un auténtico caramelo para los fotógrafos. El último se produjo hace unos días en un conocido restaurante de Knightsbridge. Ambas iban con sus respectivas hermanas y aunque ninguna pidió trato de favor, sus nueve guardaespaldas dejaban claro que ellas no eran como el resto de los mortales. El ambiente fue relajado. Hubo risas y algún que otro consejo. Definitivamente había química. Y es que, para muchos, el hecho de que ahora Camilla sea la mujer del príncipe Carlos en lugar de Lady Di facilita las cosas a la joven. Diana era «cuasi» perfecta para los británicos y Kate siempre hubiera vivido a su sombra. Camilla, sin embargo, tiene asumido que jamás será la protagonista y sabe que es Kate a quien los británicos prefieren como futura reina.
A diferencia de Diana, cuando Camilla se casó con el heredero no adquirió el título de princesa de Gales. Para no herir sensibilidades, Clarence House optó por llamarla duquesa de Cornualles. Y, a priori, si Carlos se convierte algún día en rey, ella sería nada más que «princesa consorte».
Hace unos días, una niña le preguntó si algún día sería reina y ella, sorprendida, contestó: «Nunca se sabe». La respuesta causó polémica, pero su círculo más cercano no tardó en aclarar que en sus pretensiones nunca figuró llevar corona. Si el Parlamento no cambia la norma no escrita, será Kate la que algún día ocupe el trono. Hasta entonces, quedan muchos cafés y confidencias entre dos mujeres que, pese a todo, tienen un lugar en palacio.
Una tarta patriótica
La tarta de la boda real estará decorada con las flores nacionales de Reino Unido, la rosa de Inglaterra, el cardo de Escocia, el narciso de Gales y el trébol de Irlanda. La Prensa reveló ayer que el príncipe y su prometida han encargado el pastel a Fiona Cairns, cuyos postres se venden en las tiendas británicas más exclusivas y son los preferidos, entre otros, del ex Beatle Paul McCartney. Será una tarta de varios pisos. Los ingredientes: pasas, nueces, guindas, brandy francés, huevos de corral y harina. Será presentada en la recepción que ofrecerá la reina Isabel II una vez la pareja se haya casado. Según los detalles divulgados por la Familia Real, Cairns, de 56 años, recibió una llamada del despacho del príncipe Guillermo el pasado febrero para preguntarle si podía encargarse de la tarta. «No lo podía creer –afirmó–. Es una tarta tradicional pero también bastante delicada y moderna».
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