El desafío independentista
La marca de Rubalcaba por José Antonio VERA
El vicepresidente es tan Maquiavelo que no le importa sacar partido de la buena voluntad de los demás.
Eta vuelve a las instituciones democráticas en el País Vasco, como habíamos sostenido y escrito algunos, fundamentalmente porque así estaba previsto en la nueva hoja de ruta del Gobierno con el mundo proetarra.
Esta estrategia lleva la marca indeleble de Rubalcaba y consiste en hacer lo mismo que antes, es decir, pactar y negociar, pero sin decir que se está haciendo, o sea, con más sigilo y habilidad, subliminalmente como le gusta al vicepresidente, transmitiéndo la impresión de que todo es fruto del azar y bajo el estricto cumplimiento de la ley.
El problema es que al final las cosas se saben y, por mucho que el portavoz mire al cielo y se haga el inocente, el blanqueamiento de Bildu y su "legalización"por el TC, es obra de Rubalcaba. Su última y más sofisticada obra, consistente en aparentar que se actúa como se debe contra la banda (recurso de la Fiscalía y la Abogacía del Estado, pacto con el PP y declaraciones públicas contundentes), cuando soterradamente se está urdiendo la vuelta a las instituciones por la vía que menos implica en teoría al Gobierno. Por la vía del Tribunal Constitucional.
Sólo en apariencia, porque de facto sabemos que el TC es un tribunal político que en cada caso actúa en función de la representación política de sus miembros. Antes era más del PP y ahora es claramente del PSOE. Luego el TC hace hoy lo que le dice el PSOE, o sea, el Gobierno, que si bien estaba actuando formalmente contra Bildu (para evitar la crítica del PP, de las Víctimas, de la Prensa y de la opinión pública en general), en realidad lo que hacía bajo cuerda era insinuar a sus vocales en el TC que tenían que votar a favor de que la coalición de alkartasunos y proetarras se pudiera presentar a las elecciones. Y así ha ocurrido. Mucho peor que en los anteriores comicios con ANV. En esta ocasión son blanqueadas más candidaturas de batasunos que hace cuatro años.
El PSOE ha respirado y Zapatero ha dormido tranquilo. Y Rubalcaba ha sonreído porque logra lo que quería, dejando en la cuneta al PP, aprovechándose de la buena voluntad del partido de Rajoy. Es lo peor de todo. Rubalcaba es tan Maquiavelo que no le importa sacar partido de la buena voluntad de aquellos que han ido con él pensando que era sincero cuando fingía como si quisiera dejar de verdad a ETA fuera de las instituciones.
La realidad es que era todo un montaje, una farsa, una representación, un teatrillo urdido por este especialista en simulaciones y decorados que, una vez más, como ya antes demostrara con el Gal y con el 11-M y el Faisán, es capaz de aprovecharse de la buena fe de los demás para salirse con la suya y hacer lo que quiere. En este caso, cumpliendo la hoja de ruta pactada, en la que la "legalización"de Bildu no deja de ser un mero episodio.
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