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El foco está en Valverde

VITORIA- Mientras Europa temblaba, de frío, por las temperaturas, y de miedo e incertidumbre ante la sanción de Alberto Contador, Vincenzo Nibali, el ganador de la Vuelta en 2010, paseaba en manga corta por los aledaños del control de firmas en la primera etapa del Tour de Omán. Sol atronador, intempestivo. Hablaba Nibali de lo que le costaba ganar y entre risas apuntaba: «Voy a tope, pero siempre hay un español delante de mí que me acaba ganando». A Contador se refería, el verdugo que le humilló en el Giro y que le había vencido hacía apenas un mes en el argentino Tour de San Luis. El mismo Contador que, una semana antes de cerrar la maleta Nibali para emprender el viaje por el desierto omaní, había sido castigado por el positivo por clembuterol. «Sí, ya, sancionan a uno; pero entra otro, ¡se dan el relevo!», bromeaba el ciclista del Liquigas, quizá pensando que el siguiente «reto español» atiende por Valverde.
Y no andaba muy desencaminado, a pesar de lo jocoso del tono y de las risas; con Alberto Contador parado hasta el mes de agosto, más de media temporada en la que se van las más importantes carreras de una semana, las clásicas y, especialmente, el Tour, las miradas del ciclismo español se posan en Alejandro Valverde. Año y medio después de que la UCI dictara su castigo por su implicación en la «operación Puerto», el murciano ha regresado al pelotón. Y lo ha hecho a lo grande, nada sorprendente ni novedoso. Es el mismo de antes o incluso más fuerte. En los tres meses de competición que lleva ya suma tres triunfos: una etapa en el Tour Down Under, el de su debut, otra en la Vuelta a Andalucía y la general final andaluza.
Con permiso de Samuel Sánchez y su anillo olímpico, que toca a su fin, de Igor Antón y su sueño, su amor por la Vuelta, o de Joaquim Rodríguez y su chispa emergente, tan sugerente y querida por el aficionado, la figura, el ídolo, es Alejandro Valverde. Ningún regreso ha sido tan esperado como el suyo y no ha defraudado.
En estos casi dos años de parón, «El Bala» se ha dedicado a entrenar más incluso que cuando corría junto a su «grupeta», en la que llegaba a sumar más de 200 personas, entre profesionales de la zona y cicloturistas. Hasta le ha dado tiempo a simular carreras contra ellos. Y al volver a casa, 2.000 abdominales diarios. En agosto del pasado año, pleno periodo estival para el resto de los mortales y que sería de regreso del Tour si no hubiera pasado por la sanción, Valverde contaba dos kilos menos de su peso en tal época del año de cualquier otra temporada mientras corría.
Igual se ha mantenido hasta ahora, hasta el día en que la UCI le devolvió la licencia, el 1 de enero de 2012. El «ValverdAño», como él, su familia y amigos lo llaman. Se dice más maduro en su regreso: «Soy el mismo, pero más tranquilo». Nada cambia, tampoco los objetivos, como el sueño del Tour, o el reto de batirse con Gilbert en las Árdenas. Eso será en abril. La próxima diana para disparar la «Bala verde» será la París-Niza, a partir de domingo.
Flecha y los «clásicos», a escena
Llega la primavera y con ella, la época más bella y romántica de la temporada ciclista, las Clásicas. La Omloop Het Nieuwsblad, celebrada el pasado sábado y en la que Juan Antonio Flecha terminó tercero, unida a la Kuurne-Bruselas-Kuurne, que el domingo hizo suya Mark Cavendish, fueron el aperitivo, con los adoquines en todo este mes cuyo colofón serán dos monumentos, el Tour de Flandes y la París-Roubaix. Este sábado se disputará en la Toscana italiana la Strade Bianche, prueba que discurre por tramos de tierra, que llama poderosamente la atención de Flecha, Lastras e Intxausti, inscritos junto a Gilbert, Evans y Cancellara.
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