Barcelona

La terapia del sueño

Maialen Chourraut, que aspira hoy al oro, duerme doce horas al día del tirón. Samuel Hernanz sumó un nuevo diploma olímpico: fue quinto

Un español con acento francés
Un español con acento francéslarazon

LONDRES- «Los antebrazos, me duelen los antebrazos», dijo Samuel Hernanz a su entrenador, Xabier Etxániz, después de las semifinales de K-1 aguas bravas. No había estado del todo bien, pero se clasificó. Mejoró en la final, aunque «sólo» le dio para ser quinto, un nuevo diploma olímpico para la delegación española. «Estoy contento. Físicamente me ha costado un poco y estaba algo nervioso, pero soy quinto en unos Juegos Olímpicos», aseguró Hernanz, pies descalzos todavía, musculatura marcada en la camiseta una parte y al descubierto otra. Un buen resultado para él en un deporte muy exigente.

Mientras Hernanz descendía los 250 metros y superaba las 25 puertas, varias de ellas en el sentido contrario a la corriente (si la tocan son penalizados con tiempo), en la grada sufría Maialen Chourraut. Minutos después, se marchaba corriendo y sonriente al ver a los periodistas españoles. Ayer no quería decir nada y así lo hizo saber con un gesto con el dedo. Tampoco es que ella sea mucho de hablar con la Prensa, aseguran los que la conocen. Maialen quiere estar concentrada para hoy. «El día anterior ya vivió la carrera de Ander Elosegi con mucha emotividad, y lo que quiere es tranquilidad», asegura Etxániz. Hoy es el gran día, el momento en el que puede convertir en realidad su sueño de conseguir una medalla olímpica.

Y nunca mejor dicho lo de su sueño, porque el descanso es una de las claves de esta guipuzcoana que apenas pesa 55 kilos, pero puede levantar el doble de su peso. «Duerme doce horas al día», desvela Xabier Etxániz. ¿Del tirón? «Sí». Maialen se acostó ayer a las nueve de la noche. Hoy llegará a las espectaculares instalaciones del Lee Valley White Water Center sobre las once de la mañana, tres horas antes de competir. Dejará los bártulos, calentará un poco en el canal, quizá coma una pieza de fruta o algo de pasta... «Y después se tumbará, e incluso es posible que se quede medio dormida otra vez. Le gusta estar así, descansada», continúa Etxániz, que estará por allí, a unos metros de distancia por si necesita algo, sin tener que darle demasiados consejos. Es una veterana a sus 29 años. Ya estuvo en los Juegos de Pekín y no pudo rendir al máximo por problemas en ambos hombros, que se le salían y de los que tuvo que ser operada años antes, aunque de vez en cuando todavía le dan guerra por una bursitis.

Le encanta su deporte. Un deporte duro. «Cuesta arrancar, hay que tener en cuenta que para desarrollarlo hace falta la piragua, una furgoneta para llevarla al río, cargar y descargar todo, entrenadores a los que les guste y que sepan que van a cobrar poco», analiza Etxániz, pionero de esta especialidad en España, olímpico en Barcelona' 92 y Atlanta' 96. «No sé si es más apasionada que otros, pero sí es la empollona, vive con alegría el piragüismo. El eslalon es su vida», continúa. Al día siguiente de ser campeona del mundo ya estaba pensando en el entrenamiento para los Juegos. Antes de aquella competición no lo veía claro. «Voy mal, me falta mucho trabajo...», repetía. Después logró el título. Hoy soñará durante esas doce horas con repetir en los Juegos. «Es la que más posibilidades tiene», reconoce su entrenador.

 

Un español con acento francés
A Samuel Hernanz le delata su acento. Parece un francés hablando en español, y es que nació en Francia, en Tarbes. Sus padres emigraron allí e incluso llegó a participar en categorías inferiores con ese país. Un problema en una convocatoria tras una lesión le llevó a cambiar y competir con España. Ayer estaba encantado con su quinto puesto.