Ibiza

La Duquesa aterriza mañana en Ibiza

Como trasfondo, a principios de agosto se esperan y preparan acordes de marcha nupcial. Cayetana retomó las riendas de su corazón y parece decidida a dar en septiembre el gran paso, tras acallar con el reparto patrimonial las quejas de la descendencia.

Cayetana, el año pasado, en la playa pitiusa
Cayetana, el año pasado, en la playa pitiusalarazon

Al primogénito, Carlos Huéscar, le otorga la propiedad indivisible del Palacio de Dueñas y el resto recibirá en su día un pastón incalculable, porque parece imposible poner precio a la valiosa colección pictórica que es el orgullo de la Casa. Cayetana actuó inteligentemente pensando en su doble responsabilidad como poseedora del histórico patrimonio y como madre acorralada en los últimos tiempos.

No cabe comparar lo de Alfonso Díez –a quien Curro Romero definió como un «desprendido niño grande»– con lo apenas padecido por Jesús Aguirre, su anterior consorte, que, más advertido del peligro familiar, remató la boda en tan sólo cinco meses. Entonces sonó a golpe de Estado sorpresa, pero después comprobaron que la Duquesa no se equivocó y que el ex cura y gran filósofo puso empeño y sapiencia en aportar mayor esplendor a la Casa. Hasta ideó la actual Fundación a la que pertenecen los palacios de Liria y Salamanca.

Cayetana ha trastocado su habitual trasiego estival. Aunque solía empezar agosto en Marbella, introduce un cambio y se instala en Ibiza. Ayer llegó en coche desde San Sebastián donde se mantuvo al fresco, y en vez de enfilar al sur con lluvias torrenciales y tiempo inestable, mañana se dirige a Ibiza acompañada de su leal María Dolores, la anticuaria cordobesa que tuteló respetuosa los primeros tiempos del nuevo romance, mientras que otras, hasta entonces íntimas, lo rechazan juzgándolo oportunista. Ahora rectifican ante la romántica postura que el galán ha mantenido durante los cuatro años de desplantes. «Todas pensamos que la ceremonia íntima será por septiembre, con todo en calma y los hijos tranquilizados ante las renuncias de Alfonso a título o prebenda», me comentan en su círculo de amigas. «Ha sabido estar ahí, mantenerse apoyándola y hasta la presionó para que Paco Trujillo la operase, devolviéndola a la vida con su arrogancia de siempre». La recordamos desmayada en una silla de ruedas dejando en manos de la abnegada Lola –a veces rompedora de secretos palaciegos, aunque lo niegue– todo el trajín viajero. Alfonso acudirá a la isla a finales de mes. Tan idílico escenario es buen pórtico al «sí, quiero» anhelado que se avecina.