España
Benicàssim capea el temporal
El Festival arranca con The Horrors en plan estelar y otra cancelación, la de Bat For Laashes, en una jornada en la que lo musical no brilló y en la que (casi) todos esperaban a Dylan
La primera jornada del Festival de Benicàssim arrancó capeando el temporal, padeciendo en carne propia los temidos recortes, vaya hombre, aquí también. A la baja ya conocida de Florence & The Machine, se sumó a última hora otra de las actuaciones destacadas de la jornada, la de Bat For Lashes, que suspendieron en el último momento debido a una avería del autobús con el que se transportan para esta gira. Mal día para las divas del pop femenino. Al rescate (otro término de moda) acudieron unos The Horrors en estado de gracia. Los de Tim Cowan se crecieron ante la adversidad y dieron un puñetazo en la mesa cuando hay que hacerlo, en las grandes citas. A pesar de los pesares, se salvaron los muebles, aunque la afluencia de público parecía algo menor de la esperada.
Batiburrillo de estilos
El pop deliciosamente ruidista de los londinenses encendió la zona de honor del FIB, a partir de texturas y atmósferas pegajosas. Cowan, de alargada y pálida figura, demostró actitud y no sólo por llevar chupa de cuero en el mes de julio. «Sois un público fantástico», dijo Faris Badwan en inglés. «Me siento como en casa», añadió, no en vano, ante un 65 por ciento de británicos, es decir, decenas de miles. Y el quinteto fue desgranando buena parte de los temas del «Primary Colours», el disco que les hizo célebres; pero el punto álgido llegó con «Still Life», tema de su último álbum, y con el cierre de «Moving Further Away», también de su álbum «Skying». Para su segundo álbum de estudio, The Horrors fueron apadrinados por Geoff Barrow (Portishead) en la producción. Al FIB llegaron con la intención de deshacerse del sambenito de banda prefabricada que les colocaron en sus inicios, por ser demasiado jóvenes para ser tan buenos músicos. La mejor manera de desmentir esos rumores es con un gran directo. La lástima es que, debido a la cancelación de Florence & The Machine, los «fibers» se perdieron el dueto que suelen marcarse cuando coinciden en algún evento los cantantes de ambas bandas.
Tras ellos se subieron al escenario principal los neoyorquinos De La Soul. Buena actitud en el escenario, buscando sintonía con el público desde el primer «¿Qué pasa, España?» lanzado en inglés y repetido hasta el aburrimiento, con abrazos incluidos para el público de las primeras filas. Su mérito fue doble, porque convencieron tras la contundencia de The Horrors, y demostraron que el público sabe apreciar el rock con guitarras distorsionadas y después un recital de hip-hop. De La Soul aparecieron cuando nadie les esperaba, ocupando el hueco de la cancelación de Florence & The Machine, y la suya era la última actuación del escenario principal. En un feo gesto, la organización cortó el sonido en el escenario y enmudecieron «Feel Good Inc.», probablemente el tema más conocido de la banda, y en el que colaboran con Gorillaz.
Por si el batiburrillo de estilos no era suficiente, At The Drive-In se entregó a su rock abrasivo. Las guitarras enmarañadas de la banda de El Paso (EE UU) llevaban 11 años fuera de la circulación y quizá por eso, su vocalista, Cedric Bixler-Zavala, hizo toda una demostración de energía, subiéndose a todas partes y acercando la cara para que las cámaras de televisión captasen un primer plano de sus (poco agraciadas) facciones. No fue un concierto para la historia, pero en su disculpa se puede decir que la mayor parte del público apenas conocía sus canciones y probablemente son, de los grupos en la parte alta del cartel, los menos esperados. Es uno de esos regresos un poco inexplicables, exceptuando, claro que los músicos también tienen hipotecas.
La jornada no lució especialmente en lo musical, debido a los contratiempos y lo ecléctico del cartel. Y eso se notó especialmente por las largas colas que hacían los «fibers» para montarse en las atracciones de feria que se han instalado en el recinto de conciertos, o acercándose a las casetas de marcas comerciales para hacerse una foto o llevarse una gorra. Unas instalaciones, que, por cierto, son rentables, pues no serán desmontadas cuando el FIB eche abajo el telón. La semana que viene llega el Festival Costa de Fuego, cargado de grupos de rock duro, y a mediados de agosto empieza el Rototom, paraíso de los seguidores del reggae. Así que el recinto está configurado como una especie de pequeño parque temático donde los conciertos cuentan, pero no es lo único. Una muestra de eso es que durante algunas de la actuaciones principales del día, las carpas de música electrónica estuvieron abarrotadas de gente que prefería a un DJ del montón (sin ofender) que a las estrellas de relumbrón. Entrando en la madrugada, se puso tras los platos Yuksek, que se dirigió tímidamente en francés al público pero apenas obtuvo respuesta en un momento «lost in translation» muy frecuente en el FIB. En lo musical, estuvo muy fino. No hacía falta traductor para entender el monólogo de Example, agitando los puños sobre el escenario y lanzando una larguísima cantidad de «fuck» y «fucking». Tras él era el turno para el otro estandarte de la música de club, el contundente Dave Clarke, que confirmó que el techno ha vuelto.
El detalle
VUELVE LA CANCIÓN PROTESTA
Había un ambiente especial en las playas de Benicàssim (en al imagen). Incluso había alguna guitarra en la arena, aunque con el sol, lo que nadie tenía eran ganas de cantar. También había camisetas con su rostro. Todos le esperaban, un respeto, que actúa Bob Dylan. Con su incorporación al cartel, probablemente el nombre más perseguido por la organización en su historia, se va completando la nómina de maestros: Cohen, Morente, y, desde anoche, Dylan.
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