Cádiz
Solidaridad torera: dos orejas el rabo y un riñón
El matador español Octavio Chacón está en trámites para donar un riñón a su apoderado, el peruano Rafael Montenegro, que lo espera desde hace tres años
Qué tendría que suceder para que se acabara tu infierno?». Con esta escueta pregunta se gestó todo. El torero gaditano Octavio Chacón, su autor, la formuló recién terminada la comida que, como cada día, tenía lugar junto a su apoderado. En plena sobremesa, la pregunta le salió del alma, harto de ver cómo Rafael Montenegro pasa por la misma penitencia tres veces por semana. Un Averno que se repite cada martes, jueves y sábado durante las tres horas y media que se prolonga la diálisis. Por eso, el matador español lanzó el órdago a su actual mentor al otro lado del Atlántico: «Aquí tienes mi riñón, yo te lo donaré».
La reacción de Montenegro fue automática: «Piénsalo bien fríamente». El apoderado, consciente de que «en caliente se dicen muchas cosas», le agradeció el gesto, pero le pidió que hablara con su familia, que valorara que no es un paseíllo más, que puede ser tan arriesgado como ponerse delante del toro más encastado.
Sin embargo, una vez más, Chacón tiró para delante. Igual que hizo el pasado septiembre cuando terminó la campaña española con tan sólo tres corridas y otros tantos festivales lidiados. El año se había puesto muy adverso, así que optó por hacer las Américas en busca de un futuro más alentador.
El empresario Victoriano Valencia –apoderado y suegro de Enrique Ponce– le presentó a Rafael Montenegro. Banderillero peruano que comenzó de plata en 1985 para integrar las cuadrillas de diestros como Freddy Villafuerte, Carlos Pacheco o el español Antonio Barrera hasta que, en el 2000, los dolores en el riñón le abocaron a cortarse la coleta. Como la afición no le ha menguado un ápice, desde entonces, Montenegro organiza eventos taurinos y siempre suele apostar por relanzar la carrera de valores españoles varados por la competitividad existente en la «Piel de Toro».
Por ahí vino la conexión con Chacón, que ha recuperado su amor por el toro desde que cayó en manos del sudamericano. «Me ha hecho encontrar mi sitio en esta profesión, en apenas dos meses he toreado ocho festejos y tengo muchos más cerrados hasta diciembre», asegura ilusionado, sin pensar en lo que vendrá entonces, cuando toque regresar a su realidad española. «No tengo apoderado en España y soy realista, espero que lo que haga este invierno me sirva para dar un salto más, me gustaría confirmar la alternativa en Madrid, me veo capacitado», implora. «Ha caído con muy buen pie», añade su acompañante, que ya le tiene cerrados más festejos en México, Ecuador y Colombia.
Y es que Chacón se ve con nuevos bríos tras la aparición de su ángel de la guarda profesional. Él recíprocamente también será su custodio, pero en el sentido literal. Como en una balanza, cuando la vida de uno sale del pozo, la del otro se enfanga más cada día. «Ahora mismo, Rafael está para darle la puntilla como decimos nosotros», lamenta el espada andaluz. Fruto de la diálisis a la que le obliga su insuficiencia renal, en los tres años de espera en busca de un donante, Montenegro –que además es diabético– ha perdido 17 kilos y parte de la vista. Obligado a la retirada anticipada, se cansa con facilidad. La dureza de las sesiones le tiene muy tocado, pero la cornada más dura llegó sin salir de casa, cuando su mujer lo abandonó hace seis meses.
La aparición de Chacón fue un soplo de vida. Y todo, a pesar de haberse conocido hace menos de un año. «¿Para qué más? A la gente le puede parecer que todo es precipitado, pero si una persona va por derecho y te demuestra cosas, no hace falta demasiado tiempo para conocerla», explica el de Prado del Rey (Cádiz), que reconoce estar aún «sorprendido» por una acogida «que no esperaba».
Tampoco esperaba Chacón la repercusión de su gesto. «No quería que trascendiera, porque no busco publicidad, me sale de corazón». En un mes, junto a un sobrino del propio Montenegro –el único no diabético de la familia–, se someterá a las pruebas de compatibilidad, último peldaño antes del quirófano, visita que llegaría en cuanto los compromisos del torero lo permitan: «No quiero perjudicarlo, ahora que se aclara su panorama». Y es que aunque su riñón zozobre, apoderado y torero ya tienen en común un corazón de oro, tan lustroso como el traje que viste cada tarde el diestro español.
Camino de la compatibilidad
El principal problema que deben salvar tanto Octavio Chacón como Rafael Montenegro es el de la compatibilidad, imprescindible en el trasplante de órganos. A ambos les espera un tortuoso peregrinar de hospital en hospital hasta completar un sinfín de pruebas médicas. Una odisea que comenzará en diciembre, cuando el matador sea examinado para cotejar su perfil con los datos clínicos de su apoderado. En la siguiente fase, éste mismo será reconocido de nuevo para determinar si entraría el riñón del donante en su cavidad. Una vez completados, los médicos deliberarán 20 días más antes de dar el visto bueno a una operación que alejará de los ruedos otro mes más al gaditano desde el día que ambos refrenden físicamente su actual vínculo profesional.
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