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1936 por Julio Merino

La Razón
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«Un carnívoro cuchillo/ de ala dulce y homicida/ sostiene un vuelo y un brillo/ alrededor de mi vida». Así comienza «El rayo que no cesa» de Miguel Hernández. Apareció tal día como hoy de 1936. En su recuerdo reproducimos un soneto: «¿No cesará este rayo que me habita/ el corazón de exasperadas fieras/ y de fraguas coléricas y herreras/ donde el metal más fresco se marchita?/ ¿No cesará esta terca estalactita/ de cultivar sus duras cabelleras/ como espadas y rígidas hogueras/ hacia mi corazón que muge y grita?/ Este rayo ni cesa ni se agota:/ de mí mismo tomó su procedencia/ y ejercita en mí mismo sus furores./ Esta obstinada piedra de mí brota/ y sobre mí dirige la insistencia/ de sus lluviosos rayos destructores».