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Carpe diem

La Razón
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Al actor Dave Ismay de pronto le diagnosticaron una enfermedad incurable tras años de dedicarse a llevar una impecable vida sana: «Tiene usted una cirrosis hepática de campeonato que se le va a llevar al otro barrio en 3 meses». ¿Qué ocurre cuando a uno le comunican cosas como esta? Pues nada, que tras pasar las consabidas fases de negación, depresión, negociación, aceptación y todas esas gaitas, puede terminar entregado a una amuermante resignación, u optar por lo que hizo el cómico. El bueno de Ismay, tras la rotundidad de que hicieron gala los médicos, eligió darse la vida padre durante el tiempo que le quedara. No pegarse una vidorra, digamos, con lujos de corto alcance, sino a todo plan y sin límites, dilapidando sus ahorros y créditos con la mano más que rota, con una prodigalidad absoluta dispuesta a apurar hasta el límite la gozosa copa de las emociones. Esta exaltación del carpe diem no es nueva, y podría decirse que es tentación común entre los enfermos terminales, e Ismay lo adoptó hasta las últimas consecuencias comprándose cochazos, viajando a lo grande y exprimiendo los días en todo el lujo de sus placeres como si cada uno fuera el último. ¿Pero al final qué le pasó al condenado? Que pasaron los 3 meses y seguía tan fresco como una rosa, hasta que los doctores descubrieron que todo había sido un error de diagnóstico. Mientras el pobre Dave se percataba a su vez de que estaba en una situación peor que la bancarrota física y emocional.
 
¿Puede servir esto como parábola de los riesgos de la medicina? Sí y no, y en ese equilibrio en la cuerda floja de la razón se mueven a diario miles de pacientes de enfermedades terminales, dudando entre la juerga total o la dolorosa disciplina en el tratamiento. Y sin embargo ahí está Michael Douglas, al que hasta hace unos días nadie daba un suspiro por su pellejo, y ahora aparece hecho un pimpollo, rubicundo y de ordalía en Disneylandia, más allá de los efectos vivificantes de Catherine Zeta-Jones. Todo un mensaje de optimismo para seguir disfrutando de los momentos.