Beirut

Del Monte de los Olivos a la Basílica de San Miguel

Cientos de fieles procesionaron junto al Cristo de la Fe y el Perdón

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MADRID- Cientos de fieles y turistas esperaban ayer a las puertas de la Basílica Pontificia de San Miguel, situada en la calle San Justo. A las 19:30 arrancaba la popular procesión del Cristo de la Fe y el Perdón, con algo de retraso. El primero en salir fue el Cristo, recibido entre una ola de aplausos. Diez minutos más tarde salía la Virgen, alumbrada por 80 velas grandes y al son del himno de España. Los aplausos y las lágrimas eran los protagonistas de la tarde, todos querían ver a la Virgen. Su paso lo portaban 30 costaleros y decenas de claveles rojos, bancos y lirios morados adornaban su trono. Nadie quería perdérselo.
Los que allí esperaban estaban emocionados, muchos llevaban esperando todo el año este día con gran ilusión. Es el caso de Caterine Standford, americana, de 61 años, que lleva tres años consecutivos sin perderse esta «maravilla». Media hora más tarde, el paso llegaba a la Plaza de la Villa, donde cientos de personas esperaban impacientes y se agolpaban para ver a la Virgen. Para muchos, ésta es la parada más espectacular del recorrido.
La devoción y las promesas hacen que los más de 120 costaleros con los que cuenta la Hermandad de los Estudiantes, lleven meses de ensayos. «LLevamos ensayando por las noches desde febrero y hoy es uno de los días más especiales del año», explicó uno de los costaleros del Cristo. A sus hombros llevan más de 1.700 kilos, si portan el paso de la Virgen u 800 si es al Cristo a quien soportan. Fueron cinco horas de recorrido, en las que los costaleros se iban turnando. «No estoy muy cansado aún, es duro pero merece la pena», explicó Sergio Sánchez, uno de los «porteadores» sustituidos en el primer tramo.

Todos tienen una misión
«En la procesión participan unos 22 monaguillos (de 4 y 8 años), 140 costaleros (entre 18 y 50 años), 60 damas con mantilla negra, y 80 músicos», explicó con orgullo Juan Venegas, hermano mayor de la hermandad. Sin olvidar el papel fundamental de las aguadoras, que abastecen de agua a los costaleros, durante todo el recorrido. Familias enteras acudieron al tradicional Domingo de Ramos, en el que a través de los pasos se representan la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Se podía encontrar gente de diversos lugares, era el caso de una familia libanesa, cristiana, venida directamente de Beirut para pasar la Semana Santa en nuestra ciudad. Reconocen no «haber visto nada igual».


Palmas en la Almudena
Cientos de personas acudieron ayer a la tradicional bendición de palmas y ramos en la iglesia-monasterio de la Encarnación antes de asistir en la catedral de la Almudena a la misa con motivo de esta festividad. El buen tiempo animó a muchos fieles a acercarse hasta La Encarnación para que el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, bendijera los ramos de olivos y las palmas, símbolos cristianos de este día, y desde allí partió la procesión.