India
OPINIÓN: Discriminación
Las sílfides de entre 13 y 20 años están de ofensiva general: hartas de enseñarnos la comisura de las bragas se pasaron al tanga y sus cordeles para desazón del hombre medio; esta primavera-verano, como ya no podían bajarse más la línea de los pantalones por no asomar las felpas (eso se lo dejan para el verano que viene) la han tomado con el escote y andan presumiendo de pechuga desde abril. A nadie se le ha ido el traque a los Strauus-Kahn y lo hemos soportado impertérritos y sin apenas comentarios; entre la próstata y los antidepresivos a mi generación le pueden zumbar a las once mil vírgenes en cueros vivos que no dejaremos de afanarnos en los quehaceres; hace dos décadas nos hubiera costado una subida de tensión pero ahora, al respecto, damos encefalograma plano. Váyanse a cualquier campus y asistan al desfile. Una cosa tremenda, sobre todo cuando combinan los escotazos con esos pantaloncitos cortos y estrechos en los que apenas cabe la humanidad de la moza, que se desparrama por los lugares más insospechados. Acaba de surgir entre los nostálgicos del orden el profesor que expulsa de clase a los alumnos varones si asisten en pantalones cortos. Fueron capaces los militares ingleses de adoptar uniformidad de verano en la India, que incluía calzón corto, y va a ser la Universidad de Murcia la que discrimine cruelmente a los hombres por enseñar lo mismo que las mujeres, bien es cierto que más peludo en materia de piernas y menos vistoso en asuntos de pechera. Yo no lo veo bien. La Constitución nada dice sobre el porcentaje de piel que puede exhibir uno sin acabar en comisaría. O en la calle fuera del aula. In dubio pro reo, digo, y que cada cual exhiba lo que Dios le dio.
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