España
Calidad de vida para los portadores del VIH
Hasta hace pocos años, la palabra sida estaba asociada directamente a la muerte. Los enfermos estaban estigmatizados por los signos externos que manifestaba la infección. Los tratamientos eran muy agresivos y no lograban que el paciente pudiera hacer una vida normal.
Sin embargo, en los últimos años la realidad ha cambiado. El VIH ha pasado de ser una enfermedad mortal a una dolencia crónica. Los tratamientos, cada vez más eficaces, y los avances técnicos han permitido que los portadores del virus del sida tengan una alta esperanza de vida y puedan integrarse en la sociedad como uno más sin ser rechazados.
En este sentido, el Hospital Carlos III de Madrid personaliza los tratamientos ajustándose a cada paciente. Para ello, se analiza el perfil genético de cada persona y el control del nivel de fármacos en sangre. Mediante este seguimiento se ajusta la medicación y se evitan las medicinas que pueden provocar efectos secundarios. Esto se traduce en una reducción del 60 por ciento de los casos que abandonan el tratamiento.
Mejoras sensibles
Según explica la responsable del laboratorio de Biología Molecular del Hospital Carlos III, Sonia Rodríguez, hasta ahora, cuando una persona iba a recibir la medicación se le avisaba de que podía tener efectos secundarios. Uno de ellos, el más visible, es la descompensación de los niveles de bilirrubina, que hacía que el paciente se pusiera amarillo. Muchos decidían dejar de tomar la medicación porque creían que les estaba haciendo daño. El control de los niveles de fármacos en sangre y el análisis de su perfil genético anula esta posibilidad». Éste es el ejemplo más claro de los efectos secundarios porque afecta a la vida social de la persona. «Ahora, los portadores del VIH pueden hacer vida normal como cualquier persona sin que nadie sepa que están infectados».
Para Rodríguez, «la biología molecular nos ofrece una gran ventaja. Los enfermos suelen tener otras dolencias asociadas a la enfermedad y deben tomar muchos fármacos que pueden obstaculizar la labor de los retrovirales. Con el control de los niveles podemos ajustar la medicación para mantener el virus inhibido».
Anonimato
«Las alergias, los efectos secundarios o los rechazos empeoran la calidad de vida y pueden hacer visible ante los demás la enfermedad de los pacientes, situación que no suelen hacer pública de forma voluntaria», explicó.
A pesar de los avances, queda mucho camino por recorrer. El primer gran reto de las autoridades sanitarias es lograr una detección precoz de la enfermedad para poder actuar contra ella de forma rápida y eficaz. En la actualidad, el 52 por ciento de los casos se diagnostica tarde, lo que limita las posibilidades de tratamiento.
La Ministra de Sanidad, Leire Pajín, anunció ayer que el número de portadores de VIH en España está entre 120.000 y 150.000, de los que un 30 por ciento desconoce que está infectado. Este último grupo es el responsable del 70 por ciento de los nuevos portadores.
El año pasado se produjo una ligera mejora de las cifras y se notificaron 2.264 nuevos diagnósticos. Según datos del Grupo de Estudio del Sida (GeSida), la mitad de los nuevos contagios se produjo por contacto heterosexual, el 25 por ciento está vinculado a relaciones con hombres del mismo sexo y un 20 por ciento al consumo de drogas por vía intravenosa.
Un informe de Onusida desvela que las nuevas infecciones han caído un 20 por ciento en la última década en el mundo, hasta 33,3 millones de personas. El África subsahariana concentra el 69 por ciento de los casos nuevos.
Un gasto de 100 euros para evitar otro de 800
- El objetivo del departamento de Biología Molecular del Hospital Carlos III es mejorar la calidad de vida de los 1.600 pacientes que están bajo tratamiento. El análisis genético de cada caso supone una inversión de 100 euros, una cantidad ínfima si se compara con los beneficios que aporta. Esta prueba evita las alergias a la medicación que provoca gastos innecesarios en un tratamiento que no funciona y que le cuesta a la Seguridad Social 800 euros cada mes.
- Una vez conseguido el primer objetivo, el reto es lograr evitar los problemas cardiacos de los pacientes mayores de 45 años. «La longevidad de los portadores es cada vez mayor y los problemas asociados a la medicación y al virus a largo plazo son una incógnita», explica Sonia Rodríguez (arriba, en la imagen). En este sentido, aclaró que «sabemos que los problemas coronarios están asociados al VIH y trabajamos para saber cómo evitar el daño».
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