Los Ángeles
Pablo Heras Casado: «Hay un vacío de batutas entre los 35 y los 60 años»
Debuta con la Filarmónica de Berlín
Madrid- Empezó la temporada en Toronto dirigiendo a Susan Graham en «Ifigenia en Tauride», mañana debuta frente a la Filarmónica de Berlín, y luego tomará luego la temperatura de orquestas como la de Cincinatti, San Francisco y Los Ángeles, sin olvidar excursiones por el Barroco y lo contemporáneo. Conversador apacible, Pablo Heras Casado (Granada, 1977) inyecta sentido común y humildad en cada frase, que subraya con su acento granadino solo cuando se relaja.
-¿Lleva mal que siempre se aluda a su juventud o es algo a lo que se ha acostumbrado?
-Tengo que vivir con ello, pero no me siento tan joven. A los 33 años otros compositores y directores ya habían hecho grandes cosas. Hoy se habla mucho de la juventud porque en todos los ámbitos es un valor muy en alza.
-Hay gente incluso más joven en puestos muy relevantes...
-En estos últimos años ha surgido una generación de directores que están en la veintena, muy preparados y que tienen una visión con presupuestos artísticos claros y a la vez abierta. En el mundillo se comenta el vacío generacional entre los batutas que están en los 60 o 70 y la actual, entre los 20 y los primeros 30.
-¿Qué diferencia percibe entre su generación y la de aquellos que ahora superan los 60?
-La curiosidad y la flexibilidad para adaptar el modelo de orquesta y la programación al público. También hay más interés en que la energía con la orquesta fluya en un doble sentido.
-¿Cómo lleva la dualidad entre el mundo sinfónico y la ópera? ¿Es complicado renunciar a dirigir orquestas de nivel para dedicarse a ensayos operísticos?
-Es de las cosas más difíciles porque no quiero renunciar ni a una cosa ni a la otra, y, además, cada año reservo un periodo para trabajar con orquestas de instrumentos de época y otro para ensambles contemporáneos. Hacer el planing de los próximos cuatro años es todo un puzle, pero me parece posible.
-Aunque dirige formaciones de alto nivel, supongo que el debut con la Filarmómica de Berlín lo ha tenido marcado en rojo...
-No se me ha olvidado ningún día durante los meses previos la fecha de mañana. Son palabras mayorcísimas. Todo lo que se diga es poco porque se trata de una leyenda viva. Lo afronto con mucho respeto y realmente emocionado.
-¿Es más complicado dirigir a unos maestros de esta categoría?
-Al contrario, cuanto mejor es una orquesta, más flexibles son, aunque la exigencia por su parte también es mayor.
-¿A qué formaciones debemos tener en cuenta para el futuro según su experiencia?
-Creo que la de Rotterdam va a tener enseguida cierta preminencia, también hay que estar atentos a la de Zurich...
-Su carrera ha estado unida a la de Mortier, que le considera su descubridor y además un amigo personal. Por ello además le veremos con cierta frecuencia en el Teatro Real. ¿Cómo ve la relación entre el gestor y el público de Madrid?
-Es un productor artístico de primer nivel, a él lo que le interesa es crear un criterio y hacer pensar. No me gustan los a prioris, creo que hay que estar abierto y juzgar después.
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