Asturias

Que hable el Rey

La Razón
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Se les critica por lo que hacen y por lo que no hacen. Si van porque van y si no van porque no van. Si hablan porque hablan y si callan porque callan. Y cuando se equivocan se les afea cualquier fallo sin contemplación alguna. ¡Gajes del oficio! Los Reyes y los Príncipes de Asturias están permanentemente bajo sospecha. ¿Es esto bueno o es malo? Mientras sean útiles, la verdad es que poco importa, más allá de que a ellos no les sirva probablemente de gusto. Lo que hace falta es que no pierdan el olfato para identificar los intereses comunes de los españoles. No es competencia de los Reyes, ni de los Príncipes de Asturias, entrar en quien tiene razón o deja de tenerla y aún menos señalar culpables. Les va la vida en ello. Algo que, más listos que los conejos, nunca hacen en esa Casa. Ni siquiera es prerrogativa del Rey proponer soluciones concretas. No saben hasta qué punto patinan quienes piden una intervención real. El Rey, arbitra y modera. Y punto. Un arbitraje que, como muy oportunamente ha recordado estos días Suárez Illana consiste, precisamente, en la ausencia de interés político partidista. La responsabilidad de sacar las castañas del fuego reside siempre en el Gobierno. ¡Por eso y para eso es Gobierno! Y la de la oposición, no dejar pasar una; proponer con valentía alternativas y soluciones. Algo que brilla por su ausencia, al decir de la calle.