Danza

«Soap» ojo que salpica

¿Qué se puede hacer en una bañera, además de bañarse, para pasar un buen rato? No piensen mal... Llega desde Berlín un espectáculo refrescante que reúne acrobacias, cabaret, danza contemporánea y mucha, mucha agua Cuándo: desde el 28 de junio.Dónde: Teatro Häagen-Dasz Calderón. Madrid. Cuánto: de 20 a 85 euros. Tel. 902.488.488.

«Soap» ojo que salpica
«Soap» ojo que salpicalarazon

Cuando salgan, podrán decir cualquier cosa de «Soap», buena, mala o regular, según les haya enganchado más o menos lo que han visto. Cualquiera, excepto que sus artistas no se mojan. Y esto tómenlo como prefieran. Porque dos cosas seguras hay en este espectáculo de sello berlinés que llega a Madrid tras pasar por Barcelona: sus ocho intérpretes lo dan todo, con números complejos y originales; y agua hay para aburrir. En «Soap» se dan la mano el circo –parte de su reparto se ha formado en el Cirque du Soleil y otras conocidas compañías–, la danza contemporánea y el cabaret, pero su marca, lo que diferencia a este espectáculo de otros del mismo género, son las seis bañeras de corte antiguo que dominan el escenario y en las que los números tienen lugar entre chapoteos, salpicaduras y juegos acuáticos de todo tipo.

¿Es «Soap» un espectáculo más de circo, de danza o de cabaret? «Eso es lo que define precisamente al montaje», explica Maximilian Rambaek, uno de los dos codirectores, junto a Markus Pabst. Y continúa: «Tiene un poco de todo. Yo diría sin duda que está dirigido al terreno del entretenimiento, así que procede más del mundo del circo que de la danza contemporánea o algo así, pero lo interesante de lo que hacemos es que desde el comienzo dejamos claro que no queremos tocar sólo un estilo, sino fusionar diferentes géneros». Y explica Rambaek que incluso «tenemos un número en el show que se acerca un poco más al circo moderno, pero incluso en éste buscamos muy claramente el aplauso, el público se anima de una forma muy obvia. Y justo a continuación llega un número que llamamos Very Sentimental, en el que ofrecemos un solo de danza, muy sensible, que dura tres o cuatro minutos, y que puedes vincular de forma más directa a la danza contemporánea». Lo que quiere decir, resume el director, es que «el espectáculo tiene un poco de todo, y creo que por eso tiene éxito». Y esto último es un hecho: «Soap» lleva desde 2007 girando por diferentes países, llenando teatros y salpicando a los espectadores con una propuesta diferente.

No se asusten por lo de salpicar, es retórico. ¿O no? «Jugamos un poco con el agua y el público, sin duda las primeras filas se mojarán una pizca, pero no mucho, puedo asegurarlo, y estoy convencido de que esto, en España y en pleno verano, no supone ningún problema».
Lo cierto es que el agua juega un papel clave también para la compañía. Los intérpretes trabajan con una dificultad añadida, una superficie convertida en una trampa resbaladiza en números que requieren equilibrio y precisión: «Uno de los puntos claves desde el comienzo fue que elegimos diferentes disciplinas circenses que pensamos que sería interesante combinar con la bañera como objeto escénico. Por ejemplo, tenemos a un tipo que hace acrobacias sosteniéndose con las manos en el borde de la bañera», cuenta Rambaeck. De hecho, la silueta de este acróbata les sirve como logotipo en sus tarjetas de presentación. «Para este número –prosigue–, usamos mucha agua y queríamos que ésta estuviera presente, pero por otro lado, la dificultad acrobática, lo que hace esa persona en términos técnicos, tenía que ser del más alto nivel. El efecto, el uso del agua, tiene que estar ahí, pero también el acróbata». Así, recuerda, «nos pusimos a investigar: primero probamos sin nada de agua, luego llenamos un poco la bañera, a ver si aún se podía sostener en el borde sin resbalarse. Fue una evolución natural. Se nos ocurrió, para evitar que el borde fuera resbaladizo, usar la cera que emplean los surfistas para sus tablas. Eso nos dio un mayor agarre. Como ése, tenemos otros pequeños trucos».

Tolerancia cero
«Soap» nace de un número creado por Markus Pabst allá por 2002. Ya entonces, pensaron que podía dar más de sí: «Nos llevó otros cinco años llegar a montar todo el espectáculo, noventa minutos en los que se emplean siempre las bañeras». En escena, además, ocho artistas, mucho humor, y un punto de picante: «El espectáculo no está pensado para ser provocativo, pero dado el tema, las bañeras, todos llevan poca ropa. Es más lógico que alguien esté desnudo en una bañera que no en ropa interior». Y añade: «Lo que lo hace sexy es que trabajamos con atletas, todos tienen unos cuerpos preciosos y hay, sin duda, algún guiño picante. Jugamos con eso, pero de un modo cómico. Es algo que surge de forma natural».

 

Calefacción portátil
Uno de los secretos de la compañía, explica Maximilian Rambaeck, es viajar con un sistema propio de calefacción para el agua, porque los artistas pasan mucho rato empapados y no es cuestión de tenerlos muertos de frío después del primer cuarto de hora. «Lo llevamos sobre todo por si vamos a algún festival en el que el suministro de agua procede de algún arroyo o algo así. Una vez se nos estropeó y los artistas tuvieron que actuar con el agua a diez grados más o menos. ¡Estaban tiritando, pero aun así se las apañaron para tener buena pinta, estar fuertes y sexys!», recuerda el director, que ensalza la profesionalidad de su joven reparto.