Navarra
Una hora menos un triunfo más (0-1)
Higuaín hizo el gol del Madrid a los nueve minutos. La Real Sociedad se encerró en el primer tiempo y sólo en la segunda mitad adelantó líneas
Renunció la Real Sociedad al fútbol en el primer tiempo, optó por defenderse, sin más ambición que encajar los menos goles posibles, y el Madrid le derrotó en el tercer ataque: gol de Higuaín. Con la derrota dibujada en el marcador y en el semblante, Montanier abusó del cerrojazo hasta la segunda mitad, cuando adelantó líneas y recurrió a los delanteros. Mourinho ya le había vencido. Faltaban minutos para el 30 de octubre, día señalado: una hora menos... y un triunfo más, el octavo consecutivo de «Mou».
Philippe Montanier tuvo una revelación: pensó que para ganar al Madrid era menester dejar a los artistas en el banquillo y alinear a cinco defensas adosados a cuatro centrocampistas. A los 9 minutos perdía. En Anoeta, que silbaba cada vez que Alonso, el hijo prodigio, que no pródigo, tocaba la pelota. Las precauciones, dado el resultado, fueron un lastre, sobre todo para el espectáculo.
Mourinho también hizo rotaciones, pero no renunció al ideario recién implantado: ganar y ganar, dominar y dominar, atacar y atacar. La temporada es larga y su calendario carga toneladas de losas. Dado el planteamiento ultradefensivo donostiarra, no se notaron demasiado los relevos. Higuaín arrebató la titularidad a Benzema y suyo fue el gol, entrando por la izquierda. Coentrao, en el puesto de Marcelo, lo centró. No se notaban los cambios, ni el de Özil por Kaká ni el de Lass por Khedira. El partido era madridista, metido en terreno rival.
El aficionado de Anoeta protestaba cualquier jugada del Madrid. Tuvo motivos para pitar a Cristiano Ronaldo, que a los tres minutos ejecutó una rabona que, más que un recurso, fue un adorno tan inútil como gratuito. Desperdició la primera ocasión de gol de su equipo. No hay que descartar tampoco que los silbidos, generalizados, tuvieran como destinatarios a sus jugadores, que ofrecían tan poco, y a su entrenador, que les privó de los artilleros.
Pero el miedo es libre, y para el miedo no hay medicina. El remedio de Montanier fue más plasta que emplasto y lo único que podría servirle de atenuante es que a la media hora sólo perdía 0-1; el agravante, que Casillas no había tocado el balón más que para un despeje sencillo. Con Agirretxe, Griezmann, Llorente y Aranburu fuera de la circulación, la pelota iba de un lado a otro cuando su dueño era el Madrid y salía despejada de cualquier manera cuando llegaba a un realista.
Era un partido trabado, tosco. La Real Sociedad no daba facilidad alguna, fiel a su obligación y a los mandamientos de su técnico, y el Real Madrid no encontraba la fórmula que en encuentros precedentes le sirvió para zanjar la cuestión antes del descanso. Esta noche no era el caso. Las dos líneas de Montanier, los cuatro centrocampistas y los cinco defensas, estaban tan pegadas que no corría el aire. Resultaba difícil triangular entre ellas y el pase horizontal, o atrás, y la paciencia eran la herramienta antidepresiva. Otro recurso era el toque largo, en pos de la velocidad de Higuaín, Cristiano y Di María, que convirtieron a Bravo en el protagonista estelar de los primeros 45 minutos. Tuvo seis intervenciones que evitaron otros tantos goles.
Había dicho Mourinho en la víspera que si su equipo no jugaba bien, no ganaba. La Real, a costa de renunciar al ataque, al triunfo, y apostarlo todo al empate, procuró enredarle, entraba duro y no le dejaba espacios; no obstante, el Madrid llegaba arriba, aunque con dificultades, y parecía obvio que triunfaría por calidad y oficio, más que por la belleza de su fútbol más reciente, difícil de practicar en las condiciones que determinó el entrenador del anfitrión.
Para imponerse en un partido así era necesario pisar el barro; meter la pierna duro y no encogerse, jugar de manera diferente a lo que requirieron Villarreal, Málaga u Olympique de Lyon. Y saber sufrir, porque en la segunda parte la Real adelantó líneas, con precauciones, pero con más empeño en que Vela, la isla de arriba, tocara el balón. Como no era suficiente para empatar, Griezmann entró por Estrada. Y como Özil estaba cansado, le suplió Kaká.
Con Griezmann, que hizo una entrada de roja a Ramos, la Real recuperó la alegría y Casillas tuvo que intervenir. Ahora la afición empujaba y Khedira suplió a Lass. Había que recuperar el mando; Mourinho se enfadaba con Higuaín, cansado y errático, fue el turno de Benzema. Montanier se acordó de Agirretxe en el 84 y de Rubén Pardo instantes después. Intentaba sacar provecho ahora que el partido estaba descosido y que el corazón desterraba al cerebro. Demasiado tarde, el Madrid le derrotó a los 9 minutos.
Mourinho valora la victoria
El preparador del Real Madrid ya sabía a lo que se iba a enfrentar, un partido complicado. «Hemos sabido jugar con cansancio, lo que ha provocado que tuviéramos menos frescura física y mental. Perdimos calidad y peligro, pero ganamos en esfuerzo colectivo y supimos jugar con este resultado», explicó el entrenador portugués. «La Real es un adversario especial, que nos ha creado muchas dificultades y nos ha obligado a sufrir», aseguró. Algo parecido pensaba Higuaín, que volvió a resolver un encuentro para el Real Madrid. «No todos los partidos se van a ganar con facilidad. Queda una eternidad todavía para el final de la Liga, pero estamos en el buen camino», asegura.
- Ficha técnica:
0.- Real Sociedad: Bravo; Carlos Martínez (Agirretxe, min. 83), Demidov, Iñigo Martínez, Mikel González, Cadamuro; Estrada (Griezmann, min. 60), Markel Bergara (Pardo, min, 85), Mariga, Xabi Prieto; Vela.
1.- Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Pepe, Sergio Ramos, Coentrao; Xabi Alonso, Lass (Khedira, min. 68), Di María, Özil (Kaka, min. 63); Cristiano Ronaldo e Higuain (Benzema, min. 81).
Gol: 0-1, min. 9: Higuaín.
Arbitro: Undiano Mallenco (Navarra). Amonestaciones a Cadamuro, Carlos Martínez, Markel Bergara, Iñigo Martínez, Arbeloa, Sergio Ramos.
Incidencias: 27.000 espectadores en el estadio de Anoeta. Presencia en la grada de varias decenas del grupo Ultra Sur, custodiados en todo momento por efectivos de la Ertzaintza.
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