Mérida

Interminable agonía

La Razón
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No les descubro nada si les digo que estamos en una semana en donde la historia reciente de España marca la pauta informativa de todos. Los 30 años de la intentona golpista del 23-F hacen que los españoles hagamos algo que nos encanta y en lo que nos recreamos, cuando toca y cuando no toca: mirar hacia el pasado; más como una terapia que como una lección. En todo caso, aceptando que aprender del pasado es muy bueno; ahora nos toca mirar al futuro.

Y si hablamos de futuro surge un interrogante inexorable: ¿qué va a ser de Rodríguez Zapatero? ¿Cuál va a ser su destino político ante las próximas elecciones generales? ¿Cómo va a dejar las tripas del Partido Socialista?

Todas estas son preguntas que aceptan respuestas diferentes; pero desde luego lo que está claro para todos es que España, con todos sus problemas, no puede quedarse petrificada a la espera de que Rodríguez Zapatero tome una decisión sobre su futuro. Es un lujo que los españoles no nos podemos permitir.

Como máximo queda un año hasta las próximas elecciones generales, y en estos momentos se puede decir que técnicamente la Legislatura ha terminado. Tener por delante 12 meses en los que el presidente del Gobierno se dedique a deshojar la margarita de su decisión sólo puede provocar una sensación de desasosiego constante. Unas turbulencias evidentes dentro del PSOE, y de rebote unas turbulencias innecesarias para toda la sociedad española. Zapatero es muy dueño de su futuro –¡faltaría más!– pero los españoles no tenemos la obligación de acompañar al Partido Socialista en un año de agonía política. ¿Tienen perdidas las elecciones los socialistas? Para nada. Queda mucho partido que jugar. Por eso mismo, el presidente del Gobierno tiene que ponerse las pilas. Si realmente piensa en España y en sacarnos de la crisis tiene que anunciar cuanto antes cuál es el mapa de futuro que ha diseñado. Será adecuado o incorrecto. Para gustos están los colores. Pero, así, todos sabremos a qué atenernos. No es de recibo el lamentable espectáculo político que el PSOE ha ofrecido este fin de semana en Mérida, en la proclamación de Guillermo Fernández Vara como candidato a la Junta de Extremadura con la presencia del vicepresidente Pérez Rubalcaba haciendo bromas y echando leña al fuego por la ausencia de Rodríguez Zapatero en un acto en el que tenía que estar y del que excusó su presencia; curiosamente después de las evidentes tensiones entre el presidente del Gobierno y el presidente extremeño provocadas por las declaraciones de Fernández Vara reclamando a Zapatero que clarificara su calendario político.

Si el PSOE quiere tirarse los trastos a la cabeza es su problema. Lo que sí es un problema para todos los españoles es que esos trastos estén afectando al Gobierno, a su estabilidad y al futuro. Y un año de agonía, de larga agonía política de un Ejecutivo y de su presidente es algo que ni España ni los españoles podemos aceptar.