Reino Unido

Así son los tres candidatos británicos

Brown, Cameron y Clegg
Brown, Cameron y Clegglarazon

DAVID CAMERON: Líder «tory»El «pijo» que quiso alejarse de ThatcherDavid Cameron estudió en el elitista colegio de Eton y luego en Oxford. Allí, «Dave» (para los amigos), no destacó especialmente por ser un líder. Era un joven atractivo, seguro de sí mismo y rodeado de hijas de diplomáticos que bebían los vientos por él. Tenía un discurso elocuente, pero nadie hubiera dicho que estaba interesado en la política. Prefería jugar al tenis, escuchar a Phil Collins y pasarse horas en «The Hi-Lo Café», un pub caribeño. Fue al terminar la carrera cuando sorprendió a todos concertando una cita con el Partido Conservador. El mismo día que se presentó a la entrevista, la formación recibió una misteriosa llamada de Buckingham Palace avisando de la visita de un «muchacho prometedor excepcional». Nadie sabe a día de hoy quién la hizo. El caso es que, con una brillante intervención sin guión en el Congreso de Blackpool, aquel joven se convirtió en 2005 en el líder de la formación. Desde el principio Cameron ha sido consciente de que tenía que alejarse de la era Thatcher si quería tener alguna posibilidad de acercarse a Downing Street. Poco a poco el cambio fue tomando forma. La mejor prueba, las mujeres, homosexuales, negros y musulmanes que toman ahora las gradas cuando hay un acto del partido. Si gana, Cameron ha prometido devolver el poder al pueblo y atajar cuanto antes la deuda pública que arrastra el país.

GORDON BRONW: Líder laboristaExcelente canciller, pésimo «premier»Gordon Brown nació para ser el mejor ministro de Economía que ha tenido Reino Unido, pero no para ser primer ministro. Escocés, hijo de un pastor protestante y superdotado, su personalidad siempre estuvo marcada por el afán de superación. De joven perdió la visión de un ojo y a punto estuvo de quedarse ciego, pero el accidente no le impidió dominar todo aquello que se proponía. Y es que Brown siempre fue el número uno. Siempre, excepto cuando llegó a Downing Street. El laborista simplemente no logra controlar el trabajo de «premier». La frustración le supera, le irrita y le impide avanzar. Ganó su escaño a los 27 años y coincidió en una oficina de sótano con Tony Blair. Tras la muerte del líder del partido, John Smith, acordaron cuáles serían sus puestos. A Brown le tocó ser canciller. Fue quien más años vivió en el Número 11. Cambió todo el sistema financiero y logró grandes elogios. Pero siempre quiso más y en 2007 consiguió su sueño y a la vez su peor pesadilla. Después de 10 años de espera, se convirtió en «premier». La luna de miel con el electorado apenas duró unos meses. Su liderazgo ha estado marcado por innumerables revueltas internas. Una y otra vez, la economía fue su tabla de salvación. Quiere que en las elecciones la jugada se repita, pero no se ha dado cuenta de que para ser «premier» hay que saber más cosas que números. Entre ellas, retirarse a tiempo.

NICK CLEGG: Líder liberalDe desconocido a candidato estrellaHasta el debate electoral del 15 de abril, el líder del Partido Liberal-Demócrata, Nick Clegg, era un auténtico desconocido para tres de cada cuatro británicos, algo normal en un país tradicionalmente bipartidista, en el que los medios de comunicación sólo prestan atención a los cabezas de cartel del Partido Laborista y del Partido Conservador. Pero algo cambió esa noche. Para sorpresa de Gordon Brown y David Cameron, que invitaron a Clegg para dañar al rival, el líder liberal-demócrata se convirtió en la estrella de la velada al presentarse como un político joven y fresco no contaminado por el viejo sistema de partidos. En un Parlamento sin mayorías, como el que dibujan todas las encuestas, Clegg, un europeísta diputado de 43 años casado con una abogada española, juega sabedor de que tiene la llave del próximo Gobierno británico. Pero si Clegg no consigue mantener su protagonismo más allá de las elecciones, corre el peligro de convertirse en el centrista François Bayrou, el «tercer hombre» de las presidenciales francesas de 2007, que ha fracasado en su proyecto de postularse entre la derecha de Sarkozy y el Partido Socialista. Clegg ya cometió la imprudencia de rechazar apoyar a los laboristas si éstos pasan a ser la tercera fuerza en Westminster. Sin embargo, a favor de una lianza «lab-lib» juega la experiencia previa a nivel local, en Escocia y Gales.