El catedrático Leo Nucci

La temporada de los Amigos de la Ópera de La Coruña ha logrado mantenerse a pesar de las dudas que existían apenas hace unos meses y lo hace, al margen de actividades paralelas, con «Rigoletto», «Elixir d'amore» y «La ópera de los tres peniques». A gusto de todos, que es lo que toca. El título verdiano contaba con la baza segura de Leo Nucci, el mejor jorobado en escena desde hace décadas, y logró superar las expectativas creadas tras el bombazo del Real y el reciente en Pekín. Estamos ante un gran artista que no necesita ensayos inútiles y que incluso puede retocar acertadamente males de las producciones. Sucedió así con la proveniente de ABAO, en la que existían momentos de discutible acierto, como el regreso al burdel inicial tras expirar Gilda. Su intervención fue una lección magistral de un joven viejo corazón con una voz milagrosamente conservada a los más de 70 años.

Reparto compacto
¿Cuántos artistas de esta talla quedan sobre los escenarios? Naturalmente hubo lugar al bis de la «vendetta», solicitado por un público entregadísimo que tuvo la suerte de contar con un reparto de nivel homogéneo. María José Moreno compuso una Gilda segura en el agudo y Mikeldi Atxalandabaso, siempre gran comprimario, dio un paso de gigante al debutar en el difícil Duque de Mantua, máxime cuando la partitura bordea el límite de una voz de lírico-ligero como la suya. Dmitri Ulyanov prestó su consistente voz de bajo a Sparafucile y María José Trullu, Juan Antonio García y María José Ladra completaron un reparto equilibrado. La Coruña ha encontrado en Gómez Martínez a ese director de profesión sólida capaz de resolver las muchas papeletas que existen en este tipo de temporadas. Hubo calidad y tensión en el concepto y en la forma con la que sonó la admirable Sinfónica de Galicia. Lleno total y exitazo.