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Negociación colectiva: Europa destapa el fracaso español

Frente a la reforma del Gobierno, la UE fomenta los convenios de empresa

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Bruselas- A diferencia de España, donde el Gobierno acaba de aprobar por ley y sin el consenso de los agentes sociales la primera reforma de negociación colectiva después de 30 años, en Europa ésta lleva tiempo descentralizándose. Como recogió la Comisión Europea en su informe del pasado año sobre las relaciones industriales, será la tendencia para los próximos años.

«Las negociaciones y acuerdos con un empleador único se están convirtiendo en más comunes. Las relaciones entre trabajadores y empleadores en el nivel de la compañía están por lo tanto ganando importancia», dice el documento. Muy diferente a la línea que marca el Gobierno español, donde el empresario se ve sometido a las reglas que le imponen los convenios de ámbito superior. La descentralización europea, que abanderan sobre todo países como Reino Unido y los socios del Este, se enmarca dentro del debate más amplio desarrollado en cada uno de los Veintisiete sobre la flexibilidad de los salarios y su fijación, por ejemplo a través de las negociaciones colectivas.

En casos como los de los salarios reducidos (dos tercios del salario mínimo) o las desigualdades salariales, la Comisión reconoce que estos problemas «en general son mayores en los países donde las negociaciones a nivel de compañía dominan, y la cobertura de la negociación colectiva es baja». La economía germana es la excepción, ya que las desigualdades salariales están por encima de la media europea, a pesar de la robustez de su diálogo social.

Alemania, junto con los socios nórdicos, ha realizado una descentralización significativa en la fijación de los salarios durante la pasada década. En Francia e Italia, a pesar de que desde el Gobierno se ha regulado la negociación colectiva para incluir más posibilidades de desenganche, todavía no se han observado cambios que los legisladores esperaban. En España, por contra, las reglas no han cambiado en este sentido y los salarios se mantienen siempre referenciados al IPC. Un gancho para arrastrar hacia prácticas más descentralizadas son los extras a los empleados, como los diferentes esquemas que incluyen primas a la productividad o participaciones en las empresas, que ya afectan a la mitad de los trabajadores europeos.