Gobierno de España

El del partido por Ángela Vallvey

La Razón
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Los funcionarios ya han «cobrado». O sea, están cobrando menos que antes. En sus nóminas. Como todos los demás, claro. Pero han recibido su parte de crítica agresiva en estos tiempos en los que se derrumban mitos cada día. Del que poco se habla es de ese «funcionario» de partido político, que hace toda su vida profesional a la sombra de un jefe también político, y de las consignas cerradas, como las listas electorales, que se imponen desde la cúpula de su organización. Es un sufridor. Más que un funcionariado, lo suyo es un sacerdocio. Acostumbra desde jovencito a comulgar. Con ruedas de molino. Hace tiempo que dejó de tener el estómago delicado. Su sueño es llegar a ministro, pero ¡ay, qué de amigos y parientes le nacen en el espacio de una noche a un ministro!, que decía La Bruyère. El sufridor de partido, cuando está en la oposición, lo ve todo negro, y, cuando su partido llega al gobierno, lo ve todo rosa. O eso aseguraba el Conde de Romanones.

El sufridor de partido fantasea con ser ministro porque ignora que hay quien jura que un ministro sólo demuestra que es digno de tal cargo el día que lo cesan. A pesar de que algunos proclaman sin tregua que los ministros y demás altos cargos políticos están mal pagados, el Padre Feijoo no era de la misma opinión: «Deben ser los ministros como los astros, que nada reciben de la Tierra aunque la beneficien mucho, porque ese beneficio es deuda». Yo estoy de acuerdo: las prebendas anejas al cargo compensan sus magros estipendios, ¿o es que conocen ustedes a algún ministro que se haya quedado en el paro después de dejar de serlo? ¡Pero si los sucesivos gobiernos son las pocas agencias de colación que aún funcionan…!